El deseo como viaje sin mapas ni certezas
Creado el: 4 de mayo de 2025

Desear es emprender un viaje sin conocer la ruta. — Rumi
El deseo y la metáfora del viaje
Rumi compara el acto de desear con emprender un viaje cuya ruta nos es desconocida. Esta imagen poderosa sugiere que el deseo nos impulsa a avanzar, aunque no sepamos el destino final ni los caminos que nos esperan. De esta manera, el poeta persa destaca el rol fundamental de la incertidumbre en nuestros anhelos y cómo ésta nos motiva a actuar.
La incertidumbre como motor del crecimiento
A continuación, la idea de viajar sin ruta asigna al deseo un carácter transformador: es justamente por aquello que no conocemos que avanzamos. En psicología moderna, Carl Jung también veía el deseo como un impulso hacia el autodescubrimiento, una fuerza que nos guía a través de territorios internos inexplorados. Así, la incertidumbre deja de ser un obstáculo y se convierte en el motor de nuestro crecimiento personal.
Las posibilidades que surgen en el camino
Emprender un viaje sin itinerario abre la puerta a oportunidades inesperadas. En la literatura de aventuras, como ‘La Odisea’ de Homero, los protagonistas se ven obligados a adaptarse a lo desconocido, descubriendo a su paso recursos y capacidades insospechadas. Similarmente, nuestros deseos nos exponen a realidades y aprendizajes que, de haber planeado cada paso, quizás nunca encontraríamos.
Riesgos y recompensas de lo incierto
Sin embargo, avanzar sin conocer la ruta implica riesgos; la posibilidad de extraviarse está presente. Rumi no niega los desafíos que acompañan al deseo: la frustración, la duda y el miedo a equivocarse son inevitables. No obstante, esos obstáculos son también esenciales, pues es enfrentándolos como forjamos el coraje y la resiliencia que nos permitirán llegar más lejos.
El valor de la entrega y la confianza
Finalmente, el mensaje de Rumi invita a abrazar el viaje con entrega y confianza. Así como los peregrinos antiguos se lanzaban a la ruta con fe en que el camino les revelaría lo necesario, nosotros debemos permitir que el deseo nos guíe, sin exigir certezas absolutas. Al aceptar la naturaleza imprevisible del deseo, descubrimos nuevas dimensiones de nosotros mismos y del mundo que habitamos.