Entre Propósitos y Deseos: La Distinción de las Grandes Mentes
Creado el: 3 de julio de 2025

Las grandes mentes tienen propósitos; las demás, deseos. — Washington Irving
El sentido del propósito en la humanidad
Desde tiempos antiguos, la búsqueda de un propósito ha definido la vida de quienes marcan diferencia en la historia. Washington Irving destaca esta cualidad como distintiva de las grandes mentes, sugiriendo que tener propósitos eleva a las personas por encima de los caprichos pasajeros. Este enfoque recuerda las palabras de Viktor Frankl en "El hombre en busca de sentido" (1946), donde el autor señala que un sentido profundo de vida permite a los individuos superar las mayores adversidades.
Deseos: impulsores efímeros
En contraste, Irving señala que quienes carecen de propósitos viven guiados por deseos, es decir, por anhelos momentáneos y cambiantes. Estos deseos suelen ser superficiales y difícilmente conducen a logros duraderos. A lo largo de la historia, numerosas obras literarias, como ‘El gran Gatsby’ de F. Scott Fitzgerald, han ilustrado cómo los deseos sin dirección pueden conducir a la insatisfacción y el vacío existencial.
De la intención a la acción
Siguiendo este hilo, la diferencia esencial entre el propósito y el deseo reside en la capacidad de pasar de la intención a la acción disciplinada. Las grandes mentes canalizan sus energías hacia metas claras y sostenidas a largo plazo. Platón, en su diálogo ‘La República’, expone que la virtud y la excelencia se alcanzan con hábitos dirigidos hacia un bien mayor, mientras que la vida sin meta es semejante a un barco sin timón.
El impacto social del propósito
Además, tener propósitos no solo transforma la vida individual sino que inspira a comunidades enteras. Personas como Marie Curie o Nelson Mandela ejemplifican cómo el compromiso con un propósito puede impulsar avances científicos, sociales y políticos de gran escala. Esta fuerza motriz ha sido fuente de movimientos colectivos, como el auge del ambientalismo tras la publicación de ‘Primavera silenciosa’ de Rachel Carson en 1962.
Cultivar propósitos más allá de los deseos
Para alcanzar este nivel de grandeza, Irving propone cultivar propósitos claros que guíen las decisiones cotidianas, dejando atrás la volatilidad de los deseos. Esto no implica suprimir los anhelos humanos, sino subordinarlos a objetivos más elevados. Así, la vida se transforma en un viaje orientado y pleno, donde cada acción adquiere sentido dentro de una narrativa personal y social coherente.