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Encender el Mundo: El Llamado de San Ignacio de Loyola

Creado el: 10 de julio de 2025

Ve y prende fuego al mundo. — San Ignacio de Loyola
Ve y prende fuego al mundo. — San Ignacio de Loyola

Ve y prende fuego al mundo. — San Ignacio de Loyola

El Origen de la Llama: La Vocación Ignaciana

La frase ‘Ve y prende fuego al mundo’ condensa la visión apasionada de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús en el siglo XVI. Su exhortación no es una invitación a la destrucción, sino a iluminar y transformar la realidad mediante la fuerza del espíritu. San Ignacio, tras una profunda conversión espiritual en Manresa, creía en la capacidad humana de transformar el entorno con un celo encendido.

El Fuego Interior: Inspiración y Entusiasmo

Continuando con este impulso, el fuego simboliza un entusiasmo interior inextinguible. Ignacio veía el fervor como motor imprescindible de toda acción significativa. En sus Ejercicios Espirituales, insistía en la importancia de 'buscar y hallar a Dios en todas las cosas', encendiendo así el corazón y la mente para irradiar esa luz a los demás.

El Impacto Social: Transformación y Cambio

De la interioridad, el llamado ignaciano se proyecta hacia el exterior: prenderle fuego al mundo implica desafiar la pasividad social y trabajar por la justicia. Las misiones jesuitas ilustran cómo este espíritu movilizó cambios profundos en la educación, la ciencia y la acción social, desde el siglo XVI hasta hoy. Esta llama apostólica busca encender conciencias y transformar estructuras.

Educando para Incendiar Corazones

En otro plano, la educación jesuita ejemplifica este mandato. Instituciones como la Universidad de Deusto en España o la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia continúan formando individuos llamados a ser 'hombres y mujeres para los demás'. Esta tradición muestra cómo la metáfora del fuego se traduce en proyectos pedagógicos orientados al servicio y la innovación social.

La Llama que No Se Apaga: El Legado Actual

Por último, el mensaje de San Ignacio resuena en el presente como invitación a la acción y al compromiso ético. Más allá de lo religioso, muchos líderes, educadores y activistas retoman este impulso para encender cambios frente a la indiferencia y los desafíos modernos. Así, la frase sigue viva: nos urge a dejar huella, llevando luz allí donde la oscuridad persiste.