El origen del mal: comprensión frente a condena
Creado el: 20 de julio de 2025

Rara vez pensamos que las personas hacen el mal porque son malvadas. Pensamos que hacen el mal porque tienen problemas. — Nelson Mandela
La percepción moderna del mal
La frase atribuida a Nelson Mandela introduce una visión contemporánea sobre la naturaleza del mal humano. En lugar de interpretar las acciones dañinas como producto de una maldad innata, solemos buscar causas más complejas y matizadas. Este cambio en la percepción nos posiciona como observadores empáticos, dispuestos a indagar en las raíces del comportamiento negativo.
De la demonización a la empatía
Históricamente, las sociedades solían atribuir el mal a fuerzas demoníacas o a la corrupción inherente. Sin embargo, autores como Viktor Frankl (1946) ya argumentaban, desde su experiencia en los campos de concentración nazis, que las circunstancias psicológicas y sociales pueden empujar a las personas a realizar actos atroces. Así, el discurso se desplaza desde la condena moral hacia la empatía y el entendimiento de las motivaciones individuales.
El papel de los problemas personales
Siguiendo esta línea, hoy es común asumir que los comportamientos dañinos derivan de traumas, dificultades emocionales o carencias afectivas. Por ejemplo, en la obra de Alice Miller, ‘El drama del niño dotado’ (1979), se explora cómo la infancia problemática puede generar adultos vulnerables a infligir daño. Esta perspectiva fomenta la intervención social y psicológica en vez del mero castigo.
Impacto en la justicia y la rehabilitación
Como consecuencia, los sistemas de justicia penal comienzan a priorizar la rehabilitación sobre la retribución. Países nórdicos, como Noruega, ejemplifican este enfoque al ofrecer programas de salud mental y reinserción social para los convictos. Al comprender que detrás de cada crimen puede haber ‘problemas’ más que simple maldad, se promueve un cambio cultural hacia la prevención y la recuperación.
Desafíos y límites de la comprensión
No obstante, humanizar el mal tampoco debe conducir a justificarlo. El equilibrio radica en reconocer la complejidad de las causas sin eximir de responsabilidad a quienes dañan a otros. Como advierte la psicóloga Martha Nussbaum (‘La fragilidad del bien’, 1986), entender los motivos profundos del mal puede ser un primer paso para erradicarlo, siempre que no perdamos de vista la protección de las víctimas.