La actitud como clave del placer en los viajes
Creado el: 28 de julio de 2025

El placer que obtenemos de los viajes depende quizás más de la actitud con la que viajamos que del destino al que viajamos. — Alain de Botton
Viajar más allá del destino
En su reflexión, Alain de Botton nos invita a considerar que la experiencia viajera trasciende el lugar físico visitado. Desde este punto de partida, la verdadera fuente de placer no reside exclusivamente en el destino, sino en la actitud y disposición con la que lo abordamos. Así, preparar el ánimo y abrirnos mentalmente es tan crucial como seleccionar el lugar en el mapa.
La mente del viajero curioso
Continuando con esta premisa, la curiosidad se convierte en una herramienta fundamental. Un viajero curioso es capaz de hallar maravillas tanto en una ciudad famosa como en una aldea ignota. De Botton explora este fenómeno en su libro ‘El arte de viajar’ (2002), donde narra cómo nuestra mirada influye incluso más que el entorno, permitiéndonos descubrir belleza en lo cotidiano y encanto en los detalles inadvertidos.
Expectativas versus realidad
Sin embargo, muchas veces viajamos dominados por expectativas prefabricadas, sólo para confrontarnos con la realidad, que raras veces coincide con la imagen idílica que anticipamos. Por eso, según lo sugiere de Botton, quienes adoptan una mentalidad abierta y flexible suelen disfrutar más, ya que se adaptan, encuentran valor en las sorpresas y ven las pequeñas frustraciones como parte de la aventura.
El viaje interior como experiencia transformadora
A medida que profundizamos en la idea, descubrimos que viajar es también un proceso introspectivo. Las experiencias y los paisajes nuevos actúan como espejos que nos invitan a replantear viejas creencias y costumbres. Como en los diarios de viaje de Marco Polo, el cambio interno puede ser tan significativo como el descubrimiento externo, recordándonos que lo esencial a menudo ocurre dentro de nosotros.
Cultivar una actitud viajera en la vida cotidiana
Finalmente, de Botton plantea que esta actitud receptiva no debe limitarse a los viajes lejanos. Podemos adoptar la misma predisposición curiosa y abierta en nuestra vida diaria, encontrando asombro en lo familiar. Al igual que un explorador en su propia ciudad, la clave está en mirar con nuevos ojos, demostrando así que el verdadero placer de viajar comienza con la mente y el corazón, no con la geografía.