La tensión creativa como motor del progreso humano
Creado el: 9 de agosto de 2025

El progreso nace de la tensión entre un sueño y un hecho. — Fred Polak
El sueño como punto de partida
Fred Polak nos invita a considerar el sueño no como un mero capricho, sino como la semilla fundamental de toda transformación. Los sueños —ya sean personales o colectivos— imaginan realidades alternativas y sugieren futuros posibles. Sin estas visiones, la inercia se apoderaría de las sociedades, frenando cualquier avance. Así como explicaba Thomas More en ‘Utopía’ (1516), solo a partir de la imaginación crítica es posible alumbrar caminos antes impensados.
El hecho: la realidad concreta
Ahora bien, el sueño interactúa constantemente con el hecho, es decir, con la realidad tangible. Esta oposición genera una tensión fundamental: la distancia entre lo deseado y lo existente se convierte en un territorio fértil. La historia de los derechos civiles, por ejemplo, muestra cómo el ideal igualitario chocaba con leyes represivas; de esa fricción nacieron protestas, cambios legales y nuevos horizontes de convivencia.
La tensión creativa y el impulso del cambio
Es precisamente en la tensión entre sueño y hecho donde, según Polak, surge el impulso transformador. Lejos de paralizar, el conflicto invita a la creatividad. Artistas, científicos y líderes han hecho de esta brecha su campo de batalla: Thomas Edison, ante la falta de iluminación eficiente, soñó con la bombilla y tradujo ese anhelo en innovación mediante una persistente confrontación con la realidad técnica de su tiempo.
El papel de la visión colectiva
Enlazando con lo anterior, la fuerza de una visión colectiva puede multiplicar el potencial del progreso. Movimientos sociales como la descolonización o la lucha por el voto femenino partieron de sueños compartidos, que, frente a hechos adversos, generaron masas organizadas capaces de desafiar sistemas. El ejemplo de Gandhi en la India ilustra cómo la tensión mantenida en el tiempo puede transformar radicalmente una nación.
Mantener viva la tensión para avanzar
Por último, resulta crucial recordar que el progreso no es un destino final, sino un proceso perpetuo. Una vez que un sueño se convierte en hecho, nacen nuevos anhelos y el ciclo se renueva. Así, la tensión entre lo soñado y lo vivido constituye el pulso constante de la humanidad, recordándonos, como señala Polak, que solo allí donde hay inconformidad puede brotar el avance auténtico.