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Persistir sobre la perfección: la marcha de Baldwin

Creado el: 10 de agosto de 2025

Elige la persistencia antes que la perfección y sigue caminando. — James Baldwin
Elige la persistencia antes que la perfección y sigue caminando. — James Baldwin

Elige la persistencia antes que la perfección y sigue caminando. — James Baldwin

De la meta al camino

Elegir la persistencia sobre la perfección cambia el horizonte: del brillo inalcanzable al avance medible. La perfección promete cierre; la persistencia ofrece movimiento. En la fórmula de Baldwin, 'sigue caminando' sugiere que el valor reside en el paso dado, no en el destino impecable. Así, el error deja de ser un veredicto y se vuelve información. Con este giro, el tiempo se vuelve aliado, porque cada iteración agrega comprensión y coraje. Además, se disipa la autoexigencia paralizante: dejar de esperar el momento ideal permite crear el momento posible. Por eso, persistir no es resignarse a menos, sino comprometerse con más realidad. Primero se camina; después, andando, se afina el rumbo.

La urgencia ética en Baldwin

Esta intuición encaja con la ética de James Baldwin, forjada entre la escritura y la calle. En The Fire Next Time (1963), su carta a su sobrino convierte la dignidad en una disciplina diaria: no esperar a que el mundo sea justo para actuar con justicia. De ahí su advertencia célebre: 'No todo lo que se enfrenta puede cambiarse, pero nada puede cambiarse hasta que se enfrenta'. La persistencia, entonces, es un acto moral: permanecer frente a lo que duele sin glorificar el sufrimiento. A la vez, Baldwin rehúsa los absolutos de pureza; prefiere la lucidez que se gana en el forcejeo con lo real. Elegir caminar, aun sin garantías, abre la única puerta que importa: la de la transformación compartida.

Lecciones del movimiento por los derechos civiles

Asimismo, la historia reciente ilustra cómo ese paso repetido cambia el terreno. En las marchas de Selma a Montgomery (1965), los manifestantes cruzaron una y otra vez el puente Edmund Pettus tras la violencia del 'Bloody Sunday'; su insistencia quebró una inercia política y ayudó a impulsar la Voting Rights Act. John Lewis lo resumió como 'good trouble': no perfección estratégica, sino presencia sostenida. Baldwin, que escribió y viajó con activistas, vio en esa constancia un lenguaje más elocuente que cualquier manifiesto. Persistir no borró el miedo, pero lo puso en contexto. Así, 'seguir caminando' no fue metáfora inspiracional, sino logística moral: llegar juntos, aunque sea despacio, para que nadie quede fuera del relato democrático.

La psicología de la perseverancia

Desde la psicología contemporánea, la idea se refuerza con datos. Carol Dweck, en Mindset (2006), muestra que el enfoque de crecimiento convierte los errores en señales de aprendizaje. Angela Duckworth, en Grit (2016), vincula la pasión sostenida y la perseverancia con logros de largo plazo. A su vez, la práctica deliberada (Ericsson et al., 1993) indica que la excelencia nace de ciclos iterativos con retroalimentación específica, no de ejecuciones perfectas a la primera. En contraste, el perfeccionismo preocupado se asocia con ansiedad y evitación (Flett y Hewitt, 2002), justo lo que la consigna de Baldwin intenta desactivar. En consecuencia, caminar y corregir supera a imaginar y posponer: la acción imperfecta crea información que la fantasía no puede ofrecer.

Escritura como reescritura

En el oficio de escribir, Baldwin encarnó esta convicción. En su entrevista con The Paris Review, The Art of Fiction No. 78 (1984), confesó que reescribía sin descanso, frase por frase, hasta encontrar el tono honesto. No esperaba la perfección previa; iba descubriendo la verdad al trabajarla. En Saint-Paul-de-Vence solía levantarse temprano para pulir páginas que el día anterior parecían cerradas, y, al hacerlo, dejaba que el lenguaje respirara. Esa paciencia activa explica por qué sus ensayos, como Notes of a Native Son (1955), mantienen filo y misericordia a la vez. En suma, la calidad fue el subproducto de la constancia, no su condición de inicio.

Prácticas para seguir caminando

Por último, elegir la persistencia exige rituales concretos. Empezar por un umbral mínimo viable —una página al día, una llamada difícil por jornada— sostiene el pulso. Luego, una cadencia de revisión breve convierte cada intento en aprendizaje y la retroalimentación en brújula. También ayuda medir procesos, no solo resultados: horas de práctica, iteraciones completadas, conversaciones honestas. Finalmente, rodearse de una comunidad que celebre el avance y no solo el brillo evita la trampa del aplauso tardío. Con estos hábitos, la frase de Baldwin deja de ser consigna y se vuelve método: caminar hoy, ajustar mañana, volver a caminar. Así, la perfección —si llega— nos encuentra en movimiento.