La libertad que se expande al liberar a otros
Creado el: 10 de agosto de 2025

La función de la libertad es liberar a otra persona. — Toni Morrison
Un imperativo ético y relacional
Para Toni Morrison, la libertad no es un trofeo individual sino una responsabilidad compartida. Su sentencia invierte el foco: lo que valida mi libertad no es mi goce privado, sino mi capacidad de usarla para desatar nudos ajenos. Así, la libertad deja de ser refugio y se vuelve tarea pública. Desde esta perspectiva, “ser libre” implica crear condiciones, abrir puertas y transferir poder. La ética de Morrison propone una libertad que se mide por su efecto multiplicador: si no agranda el espacio de los demás, se atrofia en privilegio.
Morrison en la ficción: comunidad que desata
Esta intuición cobra cuerpo en Beloved (1987), donde la sanación de Sethe no llega por introspección aislada, sino por el tejido comunitario que afronta el trauma y exorciza la violencia. La libertad, allí, es una práctica coral que restituye memoria y dignidad. De modo complementario, Song of Solomon (1977) convierte el vuelo en metáfora ambivalente: no basta escapar; hay que aprender a regresar y elevar a otros. Incluso su Nobel Lecture (1993) subraya que “el lenguaje opresivo no solo representa la violencia: es violencia”, recordando que narrar de modo liberador es ya liberar.
Genealogías históricas de la libertad compartida
Fuera de la ficción, la historia confirma el principio. El Underground Railroad fue una red de cuidado y riesgo colectivo; Harriet Tubman guio a decenas hacia la libertad, mostrando que cada escape abría rutas para muchos más. Frederick Douglass, en Narrative of the Life… (1845), convirtió su testimonio en herramienta para emancipar conciencias. Más tarde, los Freedom Riders (1961) y la organización de base impulsada por Ella Baker en el SNCC probaron que la libertad crece con alianzas. Como advirtió Martin Luther King Jr. en la Carta desde la cárcel de Birmingham (1963), “la injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todas partes”.
Pedagogías que convierten saber en emancipación
Paulo Freire propuso en Pedagogía del oprimido (1970) que educar es un acto de libertad cuando siembra conciencia crítica y coautoría del mundo. No hay alumno “libre” si la clase reproduce silencios y subordinaciones; el diálogo problematizador abre posibilidades para todos. En sintonía, bell hooks, en Teaching to Transgress (1994), insistió en aulas que desmantelan opresiones de raza, género y clase. Ambas propuestas traducen la idea de Morrison a la práctica: la libertad del docente se valida cuando habilita la voz del estudiante.
Psicología del poder: del yo al nosotros
Desde la psicología social, la autoeficacia (Bandura, 1977) se fortalece en contextos de apoyo y modelamiento; ver a alguien ejercer su libertad amplía nuestro repertorio de acción. La teoría del empoderamiento comunitario (Zimmerman, 1995) muestra que la agencia florece cuando se comparten recursos, vínculos y competencias. Además, la investigación sobre contagios sociales sugiere que las conductas cívicas se difunden en redes (Christakis y Fowler, Connected, 2009). Así, liberar a otros no es altruismo aislado: es una inversión que activa cascadas de participación y esperanza.
De la teoría a la práctica: estructuras que abren
Traducido a instituciones, la máxima de Morrison impulsa diseños que transfieren capacidad de decisión. Los presupuestos participativos de Porto Alegre (desde 1989) dieron a barrios la llave del gasto público; la justicia restaurativa (Zehr, Changing Lenses, 1990) desplaza el castigo hacia la reparación y la voz de las víctimas. En organizaciones, el patrocinio profesional —no solo mentoría— multiplica oportunidades (Hewlett, 2013). Y en el ámbito digital, licencias Creative Commons (2001) y el software libre convierten la libertad de crear en un bien compartido que empodera a nuevas comunidades.
Cierre: medir la libertad por su legado
En última instancia, la frase de Morrison nos pide un criterio simple y exigente: evaluar la libertad por lo que desencadena. ¿Quién gana autonomía, voz y seguridad gracias a nuestras decisiones? Si la respuesta es “más personas y por más tiempo”, la libertad se habrá cumplido a sí misma. De ese modo, la libertad deja de ser un estado y se vuelve una cadena de actos. Al liberar a otra persona, la libertad prueba su función y asegura su continuidad.