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Imaginar con los pies en la tierra

Creado el: 10 de agosto de 2025

Para ser verdaderamente visionarios, tenemos que arraigar nuestra imaginación en nuestra realidad co
Para ser verdaderamente visionarios, tenemos que arraigar nuestra imaginación en nuestra realidad concreta. — bell hooks

Para ser verdaderamente visionarios, tenemos que arraigar nuestra imaginación en nuestra realidad concreta. — bell hooks

La visión según bell hooks

Para empezar, la frase de bell hooks plantea una exigencia ética: la imaginación solo se vuelve visión cuando se alimenta de las condiciones concretas de la vida. En All About Love (2000), hooks subraya que amar es una práctica que organiza la atención, el cuidado y la responsabilidad; de modo similar, ser visionarios no es soñar en abstracto, sino orientar la creatividad hacia lo que duele y lo que ya florece en nuestras comunidades. La promesa no está en negar el presente, sino en escucharlo a fondo. De esta manera, imaginar se convierte en un trabajo de arraigo: nombrar límites materiales, reconocer heridas históricas y, a la vez, identificar capacidades locales. Desde ahí emerge la pregunta guía: ¿qué futuro deseable puede crecer en el suelo que realmente pisamos?

De la imaginación a la praxis

A continuación, la idea de hooks dialoga con la praxis de Paulo Freire en Pedagogía del oprimido (1970): transformar el mundo exige reflexión y acción entrelazadas. hooks, en Teaching to Transgress (1994), defendió una pedagogía comprometida donde teoría y experiencia se encuentran; aulas que se organizan para el diálogo, el cuidado y la coautoría del conocimiento, de modo que la imaginación se prueba en la vida cotidiana. Este giro pedagógico ilustra el núcleo del visionar: crear condiciones para que las personas nombren su realidad y experimenten cambios concretos. Así, la visión ya no es un plan vertical, sino una conversación sostenida que se convierte en práctica.

Ejemplos que encarnan futuros posibles

Asimismo, la literatura y los movimientos sociales muestran cómo se imagina desde el terreno. Octavia Butler, en Parable of the Sower (1993), concibe la comunidad Earthseed no desde el escapismo, sino desde la escasez, el desplazamiento y la crisis climática; su lema ‘God is Change’ es una estrategia de adaptación situada. En la esfera pública, el presupuesto participativo de Porto Alegre (1989) tradujo la visión en asambleas barriales que priorizaron saneamiento, transporte y vivienda; un sueño de democracia directa, medido en mejoras tangibles. Del mismo modo, los caracoles zapatistas sostienen formas de autogobierno y educación que brotan de territorios indígenas concretos. Estos ejemplos confirman que la visión se encarna cuando surge de huertos, barrios y asambleas, no solo de manifiestos.

Diseño con realidad verificable

Por otra parte, arraigar la imaginación implica diseñar con evidencia y reciprocidad. Prototipos pequeños, pilotos temporales e indicadores co-definidos permiten aprender sin causar daños irreparables. Ciudades y colectivos han ensayado comedores vecinales, refrigeradores comunitarios y rutas seguras con datos abiertos y evaluación participativa; cada iteración ajusta la visión a lo posible, sin perder el horizonte. Este enfoque convierte el fracaso en información y el éxito en relaciones más sólidas. La pregunta deja de ser si la idea es brillante y pasa a ser a quién sirve, qué cambia hoy y cómo se sostiene mañana. Así la visión se vuelve verificable y viva.

Contra el escapismo y la ilusión

Sin embargo, cuando la imaginación se despega del suelo, aparecen costos ocultos. Ursula K. Le Guin, en The Ones Who Walk Away from Omelas (1973), advierte con una parábola: una ciudad perfecta depende del sufrimiento silenciado de un niño. La fábula recuerda que toda visión debe preguntarse por sus consecuencias distributivas: quién se beneficia, quién paga, quién decide. De igual modo, proyectos tecnoutópicos diseñados lejos de sus habitantes han tropezado con la complejidad de la vida diaria, evidenciando que la viabilidad social no se decreta. Por eso, la lucidez visionaria incluye límites, cuidados e instituciones que previenen el daño.

Pasos para una visión arraigada

Por último, practicar la visión que propone hooks supone un hilo conductor claro. Primero, escucha radical: mapear experiencias, dolores y recursos existentes. Luego, imaginación situada: co-crear relatos de futuro que nazcan de esos mapas. Después, microexperimentos con métricas compartidas y ciclos de aprendizaje público. Finalmente, distribución del poder: gobernanza y presupuesto alineados con lo que la comunidad decidió. Como insiste hooks en Teaching Community (2003), el vínculo afectivo no es adorno, sino infraestructura del cambio. Sostener el proceso con cuidado, alegría y responsabilidad convierte la imaginación en compromiso, y el compromiso, en transformación concreta.