Site logo

La justicia: el rostro público del amor

Creado el: 10 de agosto de 2025

La justicia es cómo se ve el amor en público. — Cornel West
La justicia es cómo se ve el amor en público. — Cornel West

La justicia es cómo se ve el amor en público. — Cornel West

Del afecto privado a la ética común

Cuando Cornel West afirma que la justicia es cómo se ve el amor en público, propone que el cuidado no se agote en el círculo íntimo: debe traducirse en reglas, presupuestos e instituciones. El verbo 'ver' importa: amar públicamente es hacer visible, estable y exigible el compromiso con la dignidad de cualquiera, incluso del desconocido. Así, la igualdad deja de ser una consigna y se convierte en una práctica de cuidado escalado: proteger a quienes más necesitan, corregir asimetrías y ofrecer oportunidades reales. Esta intuición no surge en el vacío, sino que se ancla en legados de lucha y pensamiento que muestran cómo la ternura puede convertirse en política.

Genealogía en los derechos civiles

West bebe de una tradición en la que Martin Luther King Jr. ya ligaba amor y justicia: 'el poder en su mejor expresión es el amor realizando las exigencias de la justicia' (King, 1967). Organizaciones de base como las impulsadas por Ella Baker demostraron que la solidaridad comunitaria podía reconfigurar instituciones segregadas. Incluso la Poor People’s Campaign (1968) tradujo compasión en demandas materiales: trabajo, vivienda, dignidad. Esta herencia sugiere que el amor, sin política, se vuelve gesto; y la política, sin amor, se torna fría administración. Con esto en mente, conviene explorar marcos filosóficos que articulan cómo transformar afectos en normas.

Filosofías que dialogan con la idea

La 'justicia como equidad' de John Rawls (1971) propone reglas que nadie rechazaría tras un velo de ignorancia, mientras Amartya Sen (1999) invita a medir libertades reales mediante el enfoque de las capacidades. Aristóteles ya hablaba de amistad cívica en la Ética a Nicómaco, vínculo que sostiene la polis. En sintonía, el ubuntu africano —'soy porque somos'— concibe la persona como fruto de relaciones, y la doctrina social cristiana, en Caritas in veritate (2009), conecta caridad con estructuras justas. bell hooks, en All About Love (2000), recuerda que el amor es verbo: responsabilidad, respeto y confianza. A partir de este coro teórico, la siguiente pregunta es operativa: ¿qué políticas encarnan ese amor público?

Políticas públicas como actos de cuidado

El amor que se hace público se reconoce en medidas concretas: salario digno, atención sanitaria universal, vivienda asequible, sistemas de cuidado que liberen tiempo y energía, y políticas migratorias centradas en la dignidad humana. Más que caridad, se trata de diseño institucional coproducido con las comunidades afectadas. Experiencias como los presupuestos participativos de Porto Alegre (desde 1989) muestran que redistribuir poder deliberativo puede redistribuir recursos. Asimismo, regular plataformas laborales y fiscales es proteger a personas, no solo mercados. En coherencia con lo anterior, la justicia también exige repensar cómo respondemos al daño y al conflicto.

Justicia restaurativa y reparación comunitaria

Frente a la lógica exclusivamente punitiva, la justicia restaurativa busca verdad, responsabilidad y reparación. Las Comisiones de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica (1995) priorizaron reconocer el daño y reconstruir tejido social; en contextos locales, los círculos restaurativos han reducido reincidencia al centrar a víctimas y comunidades. Asimismo, políticas de reparación —por ejemplo, ante despojos o violencias históricas— traducen el amor en memoria institucional y garantías de no repetición. Esta mirada no excusa el mal, pero lo enfrenta con procesos que sanan. Para sostener estas transformaciones, sin embargo, necesitamos criterios que evalúen avances sin perder el alma del proyecto.

Medir el amor: indicadores y límites

Índices como el coeficiente de Gini, la pobreza multidimensional o el Índice de Desarrollo Humano capturan brechas materiales; otros, como el Social Progress Index, abarcan seguridad, salud y derechos. También importa medir desigualdades en salud, acceso al cuidado y tiempo no remunerado. Con todo, Nancy Fraser advierte que la justicia exige tanto redistribución como reconocimiento: no basta con números si persisten humillaciones o exclusiones simbólicas. Las métricas orientan, pero el riesgo del 'amor performativo' —gestos sin transformación— es real; por eso se requiere rendición de cuentas participativa y transparencia. Mirando adelante, esta brújula debe guiar desafíos de escala planetaria.

Hacia una ciudadanía del cuidado

La justicia climática demanda amor intergeneracional: proteger hoy lo que otros necesitarán mañana, como subraya el Acuerdo de París (2015). Durante la pandemia, redes de apoyo mutuo evidenciaron que la solidaridad puede organizarse a velocidad digital; diseñar tecnologías centradas en derechos prolonga esa intuición. A su vez, ciudades del cuidado, escuelas que enseñan deliberación y economías que valoran el trabajo reproductivo consolidan hábitos cívicos afectivos. En última instancia, la frase de West nos compromete: que nadie tenga que merecer el cuidado para recibirlo. Cuando ese principio informa leyes, presupuestos y cultura, la justicia deja de ser abstracción y, por fin, se ve.