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Cuando los leones escriben: poder y memoria

Creado el: 10 de agosto de 2025

Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, la historia de la caza siempre glorificará al
Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, la historia de la caza siempre glorificará al cazador. — Chinua Achebe

Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, la historia de la caza siempre glorificará al cazador. — Chinua Achebe

Voz y perspectiva en la historia

El aforismo de Achebe subraya una verdad incómoda: la historia no es un espejo neutro, sino un relato situado. Quien narra decide qué hechos se iluminan y cuáles quedan en penumbra; define héroes, villanos y silencios. De ese modo, la caza aparece como épica cuando la cuenta el cazador, mientras el dolor, el miedo y la astucia del león se desvanecen en la retórica del triunfo. Así, Achebe nos invita a preguntarnos quién posee la palabra y con qué fines. La autoría no es sólo estilo: es poder. Esta inquietud abre la puerta a un examen de la literatura, los archivos y los medios, donde las voces excluidas buscan reconfigurar el mapa de lo memorable.

Achebe y el contrarrelato africano

No es casual que Achebe, desde Nigeria, escribiera Things Fall Apart (1958) para desmontar clichés coloniales sobre África. Al traer al centro la vida de Okonkwo y su comunidad, la novela hace visible la complejidad que los relatos imperiales simplificaban. Más tarde, en “An Image of Africa” (1975), Achebe critica el exotismo de Heart of Darkness, mostrando cómo ese enfoque deshumaniza. Con ello inaugura un gesto más amplio: disputar el monopolio narrativo. Si la caza ha sido contada por el cazador, el contrarrelato restituye experiencias y matices, obligando a releer el pasado desde quienes habitualmente fueron objeto y no sujeto de la historia.

El sesgo del vencedor

Este problema rebasa lo literario y toca la historiografía. E. H. Carr, en ¿Qué es la historia? (1961), advierte que los hechos son seleccionados por el historiador; y Howard Zinn, en A People’s History of the United States (1980), reescribe el canon desde obreros, mujeres y minorías. Ambos señalan que la gloria del cazador es, a menudo, una construcción. Las Américas ofrecen un ejemplo: muchas Crónicas de Indias magnificarion conquistas, mientras voces indígenas quedaron relegadas. Sin embargo, textos como la Nueva corónica y buen gobierno de Guamán Poma de Ayala (c. 1615) muestran que los leones también escribían, aunque sus manuscritos circularan con menos legitimidad. De ahí la urgencia de ampliar el coro.

Memoria oral y griots

Asimismo, la ausencia en archivos escritos no equivale a vacío. En África occidental, los griots preservaron genealogías y epopeyas como el relato de Sunjata, fundador del Imperio de Mali, sosteniendo memorias colectivas durante siglos. Jan Vansina, en Oral Tradition as History (1985), mostró que la tradición oral puede ser fuente rigurosa cuando se analiza críticamente. Por consiguiente, escuchar a los narradores de la sabana —los “leones” que recuerdan— no es romanticismo, sino método. Integrar cantos, proverbios y testimonios enriquece lo decible y corrige la miopía de un archivo que, por diseño, privilegió la pluma del cazador.

Decolonizar archivos y museos

A continuación, el foco se desplaza a las instituciones que custodian memoria. Los bronces de Benín, saqueados en 1897 y hoy en museos europeos, evidencian cómo el botín devino relato oficial; su restitución reciente reescribe la caza desde el lado del león. La Convención de la UNESCO (1970) y debates actuales legitiman esa devolución como acto epistemológico, no solo moral. En paralelo, los Subaltern Studies (Ranajit Guha, años 1980) y el ensayo de Gayatri Spivak, “Can the Subaltern Speak?” (1988), interpelan la mediación: ¿puede el subalterno hablar sin ser traducido al lenguaje del cazador? Decolonizar implica abrir fondos, redescribir catálogos y compartir autoridad curatorial con las comunidades de origen.

Medios, algoritmos y quién narra hoy

En el presente, la lucha por la voz pasa por plataformas digitales. Las imágenes del pequeño Alan Kurdi (2015) cambiaron la conversación europea sobre migración, mostrando que una foto puede desarmar “cazas” discursivas. A la vez, algoritmos y agendas editoriales amplifican ciertas miradas y hunden otras en el ruido. No obstante, prácticas como la verificación de fuentes abiertas de Bellingcat o archivos comunitarios de movimientos sociales demuestran que los leones también producen evidencia. La cuestión ya no es solo acceder al micrófono, sino garantizar que los sistemas que lo gestionan no reescriban, nuevamente, la historia desde el punto de vista del cazador.

Hacia una historiografía más justa

Por último, construir relatos equitativos exige métodos concretos: triangulación de fuentes (orales, materiales y escritas), coautoría con comunidades, traducción multilingüe, y devolución de resultados en formatos accesibles. También demanda una ética del consentimiento y la escucha, para que la participación no sea meramente simbólica. Evitar el péndulo opuesto —romantizar al león— es igualmente crucial. La meta no es invertir hegemonías, sino complejizar la caza. Cuando múltiples voces se entrelazan, la historia deja de glorificar a uno solo y comienza a iluminar la trama donde cazadores y leones, por fin, se reconocen y se narran.