Site logo

Pasar página: del pasado a posibles futuros

Creado el: 10 de agosto de 2025

Pasa la página de lo que fue y escribe lo que aún puede ser. — Isabel Allende
Pasa la página de lo que fue y escribe lo que aún puede ser. — Isabel Allende

Pasa la página de lo que fue y escribe lo que aún puede ser. — Isabel Allende

Del cierre a la autoría

Para empezar, la frase de Isabel Allende invita a una doble acción: cerrar y crear. Pasar la página no es romper el libro, sino decidir dónde termina un capítulo para asumir la autoría del siguiente. En su propia obra, la escritura aparece como puente entre la pérdida y la invención del sentido: La casa de los espíritus (1982) nace de una carta al abuelo; Paula (1994) transforma el duelo en narración compartida. Desde allí, Allende sugiere que la esperanza no es un sentimiento pasivo, sino un verbo: se escribe. Y al desplazar la mirada del fue al puede ser, nos concede una herramienta ética y práctica para reordenar la vida.

Memoria que impulsa, no que ancla

Con ese gesto, no negamos el pasado: lo encuadramos. La memoria, si no se integra, se vuelve ancla; si se trabaja, se vuelve compost que nutre lo nuevo. Viktor Frankl mostró cómo el sentido puede resignificar el dolor sin borrarlo: El hombre en busca de sentido (1946) convierte la experiencia extrema en brújula moral. Pasar la página, entonces, implica aceptar lo vivido y extraer de allí un propósito, de modo que la historia no nos cierre, sino que nos abra.

La identidad como relato en marcha

De ahí pasamos a la identidad como relato en marcha. Somos, en gran medida, las historias que contamos de nosotros mismos y las que nos atrevemos a reescribir. Jerome Bruner, en Acts of Meaning (1990), describe cómo el yo se configura narrativamente, integrando tramas, conflictos y desenlaces provisorios. Cambiar el relato —del 'soy lo que me pasó' al 'soy lo que hago con lo que me pasó'— altera percepciones, decisiones y vínculos. Así, la página nueva no borra el argumento: lo reencauza.

Ejemplos que cambian el guion

Por ejemplo, Nelson Mandela salió de 27 años de prisión y eligió un guion distinto al rencor: Long Walk to Freedom (1994) registra esa voluntad de futuro. En clave íntima, una enfermera agotada me contó que escribió 'doce cartas al futuro' para rediseñar un año: una por mes, con un gesto concreto; al cabo de doce meses, no cambió su pasado, pero sí su trayectoria. También Allende convierte pérdidas en motores de creación, recordándonos que la imaginación es un músculo cívico y personal.

Mentalidad de crecimiento y práctica diaria

Para sostener esa reescritura, conviene un marco mental y hábitos que la hagan cotidiana. Carol Dweck, en Mindset (2006), muestra que la mentalidad de crecimiento transforma el error en aprendizaje y el límite en iteración. Pequeños ritos ayudan: llevar un diario de decisiones; redactar una carta al yo de seis meses; diseñar metas concretas con primeros pasos en 24 horas. Como en todo borrador, la clave es iterar: tachar, reescribir, leer en voz alta el rumbo y ajustarlo.

Del yo al nosotros: páginas compartidas

Finalmente, pasar la página también es una tarea colectiva. Las comisiones de verdad —como la de Sudáfrica (1996)— hicieron de la narración pública un mecanismo para transitar del trauma a la convivencia. Del mismo modo, el plebiscito de Chile (2020) para redactar una nueva constitución escenificó un gesto cívico de reescritura. Cuando comunidades enteras acuerdan un nuevo capítulo, el 'puede ser' deja de ser promesa individual y se vuelve proyecto común, con responsabilidades compartidas y memoria preservada.