Imagina y haz: manos que forjan futuro
Creado el: 10 de agosto de 2025

Que tus manos estén ocupadas creando la vida que imaginas. — bell hooks
Imaginación como brújula vital
Para empezar, la frase de bell hooks nos invita a tratar la imaginación no como escapismo, sino como brújula ética. En su obra Teaching to Transgress (1994), plantea que aprender es ensayar mundos posibles; pensar distinto deviene el primer acto de libertad. Así, imaginar no es un lujo, es un compromiso con lo que aún no existe pero merece existir. La visión, sin embargo, pide cuerpo: no basta con ver el horizonte si no caminamos hacia él.
De la visión a la praxis
A partir de ahí, hooks insiste en la praxis: idea influida por Paulo Freire donde teoría y acción se entrelazan. Mantener las manos ocupadas significa traducir esperanza en hábito, diseñar rutinas, tocar materiales, aprender oficios, prototipar. En Feminist Theory: From Margin to Center (1984) recuerda que el pensamiento crítico pierde potencia si no altera la vida diaria. La imaginación, entonces, se prueba en lo concreto: una agenda que cambia, un presupuesto que se reorienta, una mesa que se abre.
Amor, cuidado y trabajo cotidiano
Asimismo, hooks entiende el amor como verbo. En All About Love (2000) lo define como voluntad y acción orientadas al crecimiento espiritual de uno mismo y de otros. Crear la vida que imaginas pasa por microgestos: cocinar para el vecindario, redistribuir tareas en casa, apagar notificaciones para escuchar de verdad. Una anécdota ilustrativa: en un taller comunitario, una madre migrante organizó turnos de cuidado compartido; al liberar horas, varias mujeres iniciaron microemprendimientos. La imaginación se volvió pan, horario y respiro.
Comunidad y transformación colectiva
Desde ahí, las manos se entrelazan. Hooks subraya que las transformaciones más hondas son corales: del margen al centro no se viaja en soledad. Un club de lectura puede derivar en un banco de tiempo, y de allí en una red de trueque. En un barrio devalorizado, vecinos crearon una biblioteca de herramientas; pronto, repararon bicicletas y diseñaron rutas seguras a la escuela. La imaginación compartida mostró su alcance: cuando cambiamos el nosotros, el yo encuentra sostén.
Resistencias y brechas estructurales
Sin embargo, hooks advierte que la creación se topa con racismo, sexismo y clasismo. Ain’t I a Woman (1981) describe cómo estas fuerzas merman los proyectos de vida, en especial de mujeres negras. Por eso, las manos deben alternar entre construir y disputar: escribir cartas a representantes, asistir a asambleas, sostener fondos de emergencia, cultivar huertos urbanos. La vida imaginada no es ingenua; se defiende mientras se fabrica, combinando ayuda mutua y exigencia de políticas públicas.
Ritmos sostenibles y descanso creativo
Por último, crear exige ritmos que no quemen. Hooks vincula amor y sanación: cuidar límites, practicar descanso, decir que no. Audre Lorde llamó al autocuidado un acto político; esa intuición resuena aquí como condición de continuidad. Un taller que cierra a tiempo, un domingo sin pantallas, una siesta antes de la asamblea: el reposo afila el gesto. Así, las manos pueden seguir ocupadas, sí, pero con la fuerza serena que hace perdurable la vida que imaginamos.