Moverse y rehacer el mapa bajo los pies
Creado el: 10 de agosto de 2025

Cuando te mueves, el mapa se ajusta bajo tus pies. — Kenzaburō Ōe
Un mapa que no es el territorio
La frase de Ōe sugiere que nuestras representaciones del mundo no son láminas estáticas, sino superficies vivas que se reajustan con cada paso. Ya Alfred Korzybski, en Science and Sanity (1933), advertía que “el mapa no es el territorio”; sin embargo, Ōe añade una torsión: moverse altera simultáneamente el territorio percibido y el propio mapa. Así, la orientación no proviene de una carta definitiva, sino de un diálogo continuo entre acción y lectura del entorno, donde cada decisión reescribe la leyenda al pie de página.
Fenomenología del movimiento encarnado
A partir de ahí, la fenomenología de Merleau-Ponty en Fenomenología de la percepción (1945) ilumina el trasfondo: el cuerpo no solo ocupa espacio, también lo instituye. Al avanzar, cambian horizonte, escala y relevancia; objetos antes marginales pasan al centro, y lo central se difumina. El mapa se ajusta porque el mundo aparece de otro modo al ser recorrido. La orientación, entonces, es práctica antes que teórica: conocer equivale a desplazarse, tantear, corregir y volver a trazar.
Ōe: identidad y territorio en transformación
En la obra de Ōe, la travesía interior y la geografía exterior se remodelan mutuamente. El grito silencioso (1967) convierte un valle rural en un campo semántico que sus protagonistas reconfiguran con memoria y acción; cada gesto desvela nuevas capas de un lugar que parecía estable. De modo similar, Una cuestión personal (1964) muestra cómo la peregrinación moral del protagonista vuelve extraña su ciudad conocida, como si las calles se redibujaran a medida que sus decisiones las atraviesan. El movimiento, así, produce mundo.
Cartografías cognitivas y aprendizaje
Desde la psicología, Edward Tolman describió “mapas cognitivos” en ratas y humanos (1948), señalando que el aprendizaje es una actualización flexible de rutas y metas. Cuando nos movemos, recibimos señales nuevas, actualizamos expectativas y reponderamos caminos, casi como un cálculo bayesiano en marcha. En términos de Ōe, la marcha no solo nos conduce por el mapa; también lo reescribe en tiempo real, integrando hallazgos, errores y atajos en una representación más afinada del terreno.
Ciudad vivida y cartografía en uso
En lo urbano, Michel de Certeau mostró en La invención de lo cotidiano (1980) que caminar produce “relatos espaciales”: la ciudad dibujada por los pasos difiere del plano oficial. Hoy lo corroboran los navegadores que recalculan al desviarnos; Waze o Google Maps ajustan el trazado por densidad de tráfico y elección del conductor. Así, la práctica cotidiana convierte el mapa en un instrumento conversacional: el usuario habla con la ciudad al decidir, y la ciudad responde con nuevas rutas.
Estrategia emergente y dirección en movimiento
En la toma de decisiones, Henry Mintzberg popularizó la “estrategia emergente”: no todo se planifica; muchas rutas se descubren andando. Adrienne Maree Brown, en Emergent Strategy (2017), va más allá al proponer organizaciones que se adaptan como sistemas vivos, ajustando su mapa operativo a perturbaciones y aprendizajes. En esta clave, moverse es prototipar: cada iteración redefine el problema, y la ruta siguiente ya no es la misma, porque la organización y su entorno han cambiado.
Ética del paso que transforma
En última instancia, si el mapa cambia al movernos, todo paso es también una intervención ética: nuestras elecciones alteran el repertorio de opciones futuras, para nosotros y para otros. Como recordó Antonio Machado en Proverbios y cantares (1912), “se hace camino al andar”; Ōe matiza que también se redibuja el horizonte. Por ello, actuar requiere atención y responsabilidad: leer el terreno, decidir con cautela y aceptar que la brújula más fiable es la que sabemos recalibrar en marcha.