Erguirse para recordar quién eres, pese a todo
Creado el: 10 de agosto de 2025

Mantente erguido y date cuenta de quién eres: estás por encima de tus circunstancias. — Maya Angelou
De la postura a la identidad
El mandato de “mantente erguido” sugiere algo más que una corrección corporal: es una invitación a recuperar la presencia y, con ella, el sentido de quiénes somos. Una espalda recta reordena el mundo interior, como si dijera: no me reduzco a lo que me ocurre. Así, reconocer la propia dignidad no niega las dificultades; más bien, establece un punto de apoyo desde el cual enfrentarlas con lucidez y valentía.
Angelou: biografía como prueba de altura
La frase cobra profundidad en la vida de Maya Angelou, quien transformó trauma y racismo en arte y acción. En I Know Why the Caged Bird Sings (1969), narra su niñez marcada por abuso y años de silencio, convirtiendo el dolor en lenguaje emancipador. Su poema “Still I Rise” (1978) resume el gesto: me levanto. Además, participó en el movimiento por los derechos civiles junto a Martin Luther King Jr. y Malcolm X, mostrando que la postura erguida es también praxis pública. Desde ahí, su consejo nos conduce naturalmente a una filosofía de libertad interior.
Estoicismo y libertad interior
La intuición de Angelou dialoga con el estoicismo. Epicteto enseñó que no nos dañan los hechos, sino los juicios que hacemos de ellos (Enquiridión, c. 125 d. C.). Marco Aurelio reiteró que podemos elegir nuestra respuesta. Más tarde, Viktor E. Frankl subrayó en El hombre en busca de sentido (1946) que, aun en condiciones extremas, persiste la última libertad: la actitud. Así, “estar por encima de las circunstancias” no implica negarlas, sino encuadrarlas desde un centro de valores. Este puente filosófico prepara la entrada a la psicología contemporánea.
Agencia psicológica y locus de control
En psicología, Julian Rotter (1966) distinguió entre locus de control interno y externo: sentir que las acciones propias inciden en los resultados fortalece la agencia. Martin Seligman describió la indefensión aprendida (1975), pero también cómo se revierte mediante expectativas de eficacia y explicación optimista. De modo convergente, Carol Dweck mostró que una mentalidad de crecimiento (2006) favorece el aprendizaje tras los tropiezos. Ahora bien, reconocer agencia no equivale a culpar a las víctimas; más bien, ofrece herramientas internas mientras se enfrentan estructuras injustas. Con este matiz, el cuerpo reaparece como aliado.
El cuerpo como puente: evidencia y matices
La cognición encarnada sugiere que postura y emoción se influyen mutuamente. Carney, Cuddy y Yap (2010) popularizaron las posturas expansivas; aunque réplicas rigurosas no confirmaron efectos hormonales robustos, sí hallaron aumentos consistentes en autoconfianza (Ranehill et al., 2015). En síntesis, erguirse no resuelve por sí solo los problemas, pero puede activar un guion mental de capacidad. Así, el gesto corporal facilita el acceso a recursos internos, que luego se convierten en acción sostenida. Este cambio se afianza cuando también transformamos el relato que contamos sobre nosotros.
Narrativas que nos elevan
Según Dan P. McAdams, construimos una identidad narrativa: historias que dan coherencia a la vida (The Redemptive Self, 2006). Las “secuencias de redención” —cuando un mal conduce a un bien— se asocian a mayor bienestar. En ese marco, decir “estoy por encima de mis circunstancias” inaugura un relato protagonista que reordena pasado y futuro. Piénsese en Nelson Mandela, quien en Long Walk to Freedom (1994) relata cómo la prisión afianzó su compromiso con la dignidad. Esta perspectiva conduce naturalmente del yo al nosotros.
Más allá del yo: comunidad y justicia
Erguirse también es reclamar un lugar en el mundo compartido. Angelou lo vivió en la intersección de arte y activismo, recordándonos que la dignidad personal necesita condiciones sociales que la sostengan. Martin Luther King Jr. insistía en que “el arco del universo moral se inclina hacia la justicia” (1967), pero requiere manos que lo acompañen. Por eso, estar “por encima” no es abstraerse, sino anclar la identidad en valores que impulsan cambios concretos: organización, voto, cuidado mutuo. Así, del gesto corporal pasamos al compromiso cívico, cerrando el círculo entre interioridad y transformación.