El valor que el miedo quiere negarte
Creado el: 11 de agosto de 2025

Está a la altura del momento al que tu miedo te impide llegar. — James Baldwin
Un llamado al umbral
Baldwin nos recuerda que no falta capacidad, falta permiso para cruzar el umbral que el miedo custodia. La frase sugiere que ya estás a la altura del desafío; el problema no es competencia, sino acceso. Por eso, el miedo aparece como guardián de una puerta que, paradójicamente, solo se abre desde dentro. Al asumirlo, la pregunta cambia de “¿puedo?” a “¿me atrevo?”. Y con ese desplazamiento, el momento deja de ser una amenaza y se convierte en cita: algo que te espera desde hace tiempo.
El miedo como señal
A continuación, conviene distinguir: el miedo informa, no manda. En psicología del rendimiento, la ley de Yerkes-Dodson (1908) sugiere que cierta activación mejora el desempeño, mientras que el exceso lo bloquea. Así, la emoción que inmoviliza también puede ser brújula si se regula. Reencuadrar el miedo como mensaje—¿qué valoro tanto que temo perder?—transforma la parálisis en preparación. En lugar de negar la ansiedad, la integramos como dato para ajustar el paso, el plan y el apoyo que necesitamos.
Baldwin ante su momento
Este principio no fue teoría para Baldwin. Al dejar Harlem por París en 1948, buscó el aire que la violencia racial y la homofobia le negaban, pero volvió para enfrentar su época con palabra y presencia. En Notes of a Native Son (1955) y The Fire Next Time (1963), convirtió el temor en lucidez moral. Su debate en Cambridge (1965) con William F. Buckley mostró que estar a la altura implicaba decir la verdad con precisión y calma. Como recuerda el documental I Am Not Your Negro (2016), su coraje fue menos estruendo que constancia.
Coraje tejido en comunidad
Asimismo, nadie se hace valiente a solas. En el movimiento por los derechos civiles, la valentía se ensayó en coro: desde los Freedom Riders (1961) hasta quienes registraban nombres, rutas y riesgos. Baldwin lo sabía: el testimonio individual se sostenía en redes que repartían miedo y responsabilidad. Cuando el momento excede a una persona, la comunidad lo vuelve abordable. De ahí que “estar a la altura” también signifique pedir ayuda, coordinar recursos y convertir el riesgo en tarea compartida.
Prácticas de avance valiente
Por eso mismo, se progresa con hábitos. Micro-retos diarios que amplían la zona de confort; respiración y cuerpo para bajar la activación; escritura de cartas—como en The Fire Next Time—para ordenar el propósito; y escenarios de ensayo que anticipen obstáculos. Al ritualizar pequeños cumplimientos, el yo que teme observa pruebas de que puede. Cuando llega el gran momento, ya no es salto al vacío, sino el siguiente paso de una serie que te ha venido preparando.
Prudencia sin parálisis
Finalmente, diferenciar peligro real de incomodidad es clave. La psicología clínica habla de una “ventana de tolerancia”: fuera de ella, se pierde claridad; dentro, se aprende. Evaluar costos, diseñar salidas y dosificar la exposición evita confundir audacia con temeridad. Así, la prudencia no contradice a Baldwin: la respalda. Administrado el miedo, se revela su mensaje central: no necesitas volverte otra persona para estar a la altura; necesitas permitir que la que ya eres cruce la puerta.