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Reescribir la vida más allá del miedo inicial

Creado el: 28 de septiembre de 2025

Pasa la página donde comienza el miedo y escribe el capítulo que quieras. — Rabindranath Tagore
Pasa la página donde comienza el miedo y escribe el capítulo que quieras. — Rabindranath Tagore

Pasa la página donde comienza el miedo y escribe el capítulo que quieras. — Rabindranath Tagore

Pasar la página: un gesto fundacional

Para empezar, la sentencia de Tagore condensa un acto esencial: apartar la hoja donde el miedo empieza y continuar escribiendo. No se trata de negar el temor, sino de desplazar su protagonismo. Esta metáfora editorial nos devuelve la pluma: somos coautores de la trama, no personajes atados al prefacio del pánico. Así, el gesto convierte el miedo en prólogo y no en destino, preparando el tránsito hacia cómo transformarlo en impulso creativo.

Del miedo al umbral creativo

A continuación, comprender el miedo como umbral y no como muro cambia la escena. La fisiología del temor acota la atención, pero esa focalización puede volverse aliada si elegimos el siguiente renglón. La psicología sugiere que la exposición gradual resignifica amenazas y amplía la tolerancia (Foa y Kozak, 1986, Teoría del Procesamiento Emocional). Además, la incertidumbre, cuando es contenida, actúa como chispa creativa; Teresa Amabile, en «Creativity in Context» (1996), muestra que la motivación intrínseca prospera cuando el desafío es significativo. Por eso, ‘pasar la página’ no suprime la alerta, la reinscribe: del grito que paraliza al subrayado que orienta.

Autoría y sentido de la propia historia

Asimismo, la invitación a «escribir el capítulo que quieras» habla de identidad narrativa. Dan P. McAdams, en «The Stories We Live By» (1993), explica que nos entendemos a través de relatos que integran pasado, presente y futuro. Reescribir no borra lo ocurrido; reencuadra su sentido y ordena la continuidad. Elegir un capítulo implica definir un arco: de qué salimos, hacia qué valor avanzamos, qué aliados convocamos. Esta intención narrativa crea coherencia y, en consecuencia, agencia: al articular un guion alternativo, se vuelven visibles opciones antes ocultas.

Tagore y otras brújulas de coraje

Por otro lado, la vida de Tagore ilustra la consigna. Tras pérdidas familiares y dudas creativas, su «Gitanjali» (1910) destila una serenidad trabajada, y en 1919 renunció a la caballería británica en protesta tras Jallianwala Bagh: un salto de autoría ética. En otra orilla, Viktor E. Frankl narra en «El hombre en busca de sentido» (1946) cómo elegir una tarea —dar testimonio, ayudar— transformó el sufrimiento en dirección. Ambos muestran que pasar la página no es olvidar, sino decidir desde qué valor continuará la historia.

Prácticas para escribir el nuevo capítulo

De ahí se desprenden prácticas concretas. - Titula el capítulo: una frase brújula que quepa en una línea. - Escribe el primer párrafo en 10 minutos, sin corregir; la velocidad desactiva el censor. - Ensaya microvalentías diarias: una llamada, una pregunta, un ‘no’; la exposición gradual consolida el hábito. - Cierra la página anterior con un rito mínimo: una nota de gratitud, una despedida breve. Estos gestos, aunque modestos, encadenan continuidad con sentido y preparan el terreno para decisiones mayores.

Responsabilidad compartida y esperanza iterativa

Finalmente, escribir el capítulo que queremos implica responsabilidad compartida. Ninguna historia madura en solitario: vínculos, instituciones y territorio son coautores tácitos. Joseph Campbell, en «The Hero with a Thousand Faces» (1949), recuerda que el retorno del héroe consiste en traer un don a la comunidad. Así, el nuevo capítulo se valida cuando mejora algo fuera de nosotros. Y, si la página del miedo reaparece —como suele—, no es señal de fracaso, sino de ciclo: se pasa de nuevo, con más oficio. Lo importante es que la mano que gira la hoja sigue siendo la nuestra.