Estar vivos abre el campo de posibilidades
Creado el: 29 de septiembre de 2025

Porque estás vivo, todo es posible. — Thich Nhat Hanh
El despertar a la posibilidad
Thich Nhat Hanh condensa en su frase una verdad sencilla y radical: mientras la vida nos atraviesa, no estamos encerrados en un único guion. Estar vivos significa poder elegir una palabra, un gesto o un silencio que cambie el curso de la jornada. Así, la posibilidad no es una promesa abstracta, sino una práctica situada en el presente, donde cada acto puede inclinar la balanza hacia el cuidado, la claridad o la reconciliación. Para abrir esa puerta, la atención es la llave más cercana a la mano.
La respiración como puerta al ahora
A continuación, la respiración aparece como el umbral más accesible. En The Miracle of Mindfulness (1975), Thich Nhat Hanh propone volver al aliento para regresar a casa en uno mismo: lavar los platos, dice, no es preparar el siguiente momento, sino vivir este. Cuando respiramos conscientemente, el ruido mental baja y la realidad se vuelve nítida; entonces descubrimos opciones que antes el piloto automático ocultaba. Desde esa lucidez, cada inspiración nos recuerda que todavía hay margen: una pausa para no reaccionar, una sonrisa que suaviza, un paso que deshace la prisa.
Impermanencia que libera
Asimismo, la impermanencia no es amenaza sino horizonte de cambio. Si todo está vivo y moviéndose, nada está condenado a repetirse. Thich Nhat Hanh lo expresa con la imagen del loto: «no hay loto sin barro» (No Mud, No Lotus, 2014). El dolor no es un callejón sin salida, sino el humus de la comprensión. Reconocer que las emociones y las circunstancias mutan nos permite no identificarnos con ellas y, por lo tanto, actuar con mayor libertad. Desde aquí, se vuelve natural ampliar la mirada hacia los demás.
Interser: somos más que un individuo
Por otra parte, la posibilidad florece cuando percibimos el entramado que nos sostiene. Thich Nhat Hanh acuñó interser para nombrar esta interconexión: en una hoja de papel están la nube, el leñador, la lluvia y el sol (The Heart of Understanding, 1988). Al ver que nuestra vida está hecha de muchas vidas, se diluye el aislamiento y crece la responsabilidad. Si lo que hacemos repercute en una red mayor, cada gesto importa. De esa conciencia brota la forma más concreta de esperanza: la acción compasiva.
Presencia que se vuelve acción compasiva
De este modo, la atención plena se convierte en ética en movimiento. Durante la guerra de Vietnam, Thich Nhat Hanh articuló el budismo comprometido: meditar y, a la vez, reconstruir aldeas, cuidar heridos y tender puentes (Vietnam: Lotus in a Sea of Fire, 1967). La escucha profunda y la palabra amorosa transforman conflictos porque abren espacios donde antes solo había fricción. Así, la posibilidad deja de ser un deseo y se vuelve una práctica diaria de aliviar sufrimiento donde estamos.
Prácticas sencillas para abrir lo posible
Finalmente, lo posible se cultiva con hábitos breves y constantes. Peace Is Every Step (1991) sugiere campanas de atención: al sonar el teléfono, respirar tres veces; al caminar, sentir el contacto de los pies; al hablar, elegir palabras que nutran. También ayuda escribir una intención al amanecer, hacer una pausa antes de responder y agradecer algo concreto al cerrar el día. Paso a paso, estas semillas maduran en libertad interior. Y, porque seguimos vivos, cada día ofrece una nueva chance de florecer.