Construir la libertad con pasos deliberados y sentido
Creado el: 1 de octubre de 2025

Haz tuya la trama de tu vida con pasos deliberados; la libertad se construye, no se encuentra por casualidad. — Simone de Beauvoir
Autores de nuestra propia trama
Al hablar de “trama”, Beauvoir sugiere que la vida no es un guion dado sino una narración en curso que asumimos y reescribimos con actos. Hacerla “nuestra” implica asumir la responsabilidad de editarla: elegir qué hilos continuar, cuáles cortar y qué nuevos motivos introducir. Esta idea aparece con nitidez en Memorias de una joven formal (1958), donde su camino intelectual se presenta no como desenlace inevitable, sino como una serie de decisiones tomadas contra expectativas familiares y sociales.
De la casualidad al proyecto
Desde ahí, la consigna “la libertad se construye, no se encuentra por casualidad” desplaza el foco del hallazgo al trabajo. En La ética de la ambigüedad (1947), Beauvoir expone que la libertad no es una esencia quieta, sino un proyecto que se realiza en el obrar. El azar provee circunstancias, pero no fundamentos; sólo el acto deliberado convierte la contingencia en camino. Por eso, esperar “oportunidades” sin emprender proyectos es dejar la trama en manos de lo fortuito.
Cuerpo, situación y libertad encarnada
Ahora bien, construir no ocurre en el vacío: se edifica desde una situación concreta. El segundo sexo (1949) muestra cómo el cuerpo, la historia y las instituciones condicionan lo posible. La frase “no se nace mujer: se llega a serlo” ilumina que la identidad y la libertad se forjan atravesando normas y desigualdades. Por consiguiente, la deliberación no ignora los límites; los reconoce para transformarlos, traduciendo aspiraciones en medios materiales, educación, redes y trabajo que amplían el margen de acción.
Riesgo, ambigüedad y responsabilidad
Con todo, elegir no garantiza plenitud inmediata. Beauvoir advierte contra el “espíritu serio” que delega el sentido en valores absolutos y contra el nihilismo que lo disuelve todo (La ética de la ambigüedad, 1947). Entre ambos extremos, quien decide acepta la incertidumbre de un mundo sin garantías, asumiendo el riesgo de errar y la obligación de responder por las consecuencias. Esta aceptación adulta de la ambigüedad convierte la libertad en tarea sostenida y no en consigna vacía.
Métodos para dar pasos deliberados
A la luz de lo anterior, la deliberación se vuelve práctica: formular proyectos concretos y revisables; fraccionarlos en acciones pequeñas con fechas; evaluar efectos y corregir rumbo. Un diario de decisiones ayuda a distinguir deseo genuino de inercia social; los “ensayos” —compromisos reversibles y a corto plazo— permiten aprender sin quedar atrapados. Así, el tiempo se organiza en ciclos de intención, acción y revisión que convierten la libertad en hábito, no en impulso esporádico.
La libertad se ensancha con los otros
Finalmente, la libertad personal madura en reciprocidad. En La ética de la ambigüedad (1947), Beauvoir sostiene que mi libertad se afirma promoviendo la de los demás. Su compromiso público lo encarna: desde Les Temps Modernes (1945) hasta el Manifiesto de las 343 (1971), entendió que derechos reproductivos, trabajo y educación crean condiciones efectivas de elección. De este modo, la trama propia se entreteje con la ajena: construir libertad es también tejer instituciones y solidaridades que la hagan vivible.