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Cuando la imaginación supera los muros de la certeza

Creado el: 2 de octubre de 2025

Deja que tu imaginación construya puentes donde la certeza no ve más que muros. — Khalil Gibran
Deja que tu imaginación construya puentes donde la certeza no ve más que muros. — Khalil Gibran

Deja que tu imaginación construya puentes donde la certeza no ve más que muros. — Khalil Gibran

Puentes y muros: una metáfora vital

La sentencia de Gibran nos invita a mirar más allá de la seguridad aparente. Donde la certeza fija límites y desactiva la curiosidad, la imaginación propone conexiones inesperadas: puentes entre ideas, personas y disciplinas. No es una huida de la realidad, sino una forma de ampliarla. Así, el muro ya no es un fin, sino un plano en blanco para trazar una pasarela. En esta clave, su espíritu dialoga con la sabiduría parabólica de El Profeta (1923), donde los opuestos—dolor y alegría, trabajo y ocio—se iluminan mutuamente. Del mismo modo, muro y puente no se excluyen: la solidez de los hechos sostiene la travesía, mientras la imaginación decide hacia dónde vale la pena cruzar.

Los límites de la certeza

Si avanzamos, conviene reconocer que la certeza excesiva levanta barreras invisibles. El sesgo de confirmación nos hace buscar pruebas que ratifiquen lo que ya creemos, cerrando rutas alternativas (Kahneman, Thinking, Fast and Slow, 2011). Incluso podemos no ver lo evidente: el famoso experimento del “gorila invisible” mostró cómo la atención rígida oculta lo inesperado (Simons y Chabris, 1999). Por eso, el primer paso para construir puentes es aceptar la incompletitud del mapa. Este gesto no niega los datos, los sitúa. Allí donde el “sabemos” se vuelve dogma, la pregunta—humilde y fértil—abre un espacio de diseño: ¿qué pasaría si…?

Imaginación en acción: historias de ruptura

Desde esta grieta surgen avances concretos. Los hermanos Wright imaginaron un vuelo controlado cuando muchos lo juzgaban quimera; en 1903 levantaron del suelo un artefacto más pesado que el aire. Einstein, con experimentos mentales como perseguir un rayo de luz, dibujó en 1905 nuevos puentes entre espacio y tiempo. La certeza vigente no veía más que muros; la imaginación delineó pasarelas teóricas que luego la evidencia consolidó. Y la metáfora se vuelve literal en el Puente de Brooklyn: concebido por John A. Roebling y completado en 1883 bajo la dirección de Washington Roebling, con el decisivo impulso de Emily Roebling, quien encabezó el primer cruce oficial. Donde la ciudad veía un abismo infranqueable, una visión técnica y social tendió cables que unieron orillas y futuros.

Qué dice la ciencia de la creatividad

La psicología llama a esta apertura pensamiento divergente: generar múltiples caminos antes de elegir uno (J. P. Guilford, 1950). En paralelo, neurociencias recientes muestran que las mentes creativas coordinan la red por defecto con sistemas ejecutivos de control, integrando imaginación y evaluación (Beaty et al., 2015). No es fantasía suelta: es diálogo entre soñar y depurar. Las emociones amplias también ayudan. La teoría de la ampliación y construcción describe cómo afectos positivos expanden el repertorio de ideas y acciones (Barbara Fredrickson, 1998). Además, la tolerancia a la ambigüedad—saber convivir con lo incierto—predice conductas más flexibles y creativas (Budner, 1962). Así, los puentes se diseñan con curiosidad, ecuanimidad y rigor compartiendo el tablero.

Metodologías para construir puentes concretos

De la teoría pasamos a la práctica: el design thinking propone empatizar, definir, idear, prototipar y probar, haciendo del error un escalón y no un muro (Tim Brown, 2008). Los prototipos son puentes de baja altura: permiten cruzar sin arriesgarlo todo, aprender y reforzar con datos. La ciencia misma avanza así: imaginar hipótesis y someterlas a refutación (Popper, 1959). Cada experimento es un tablero de carga que prueba si el puente soporta el tránsito de la evidencia. Cuando falla, nos devuelve insumos para rediseñar la estructura. Cuando resiste, abre camino a nuevas travesías.

Imaginación responsable: límites y anclajes

Finalmente, toda imaginación que construye debe responder por lo que habilita. Sin anclajes, deriva en ilusión; con criterios, se vuelve brújula. Estrategias como el pre-mortem—imaginar por adelantado cómo podría fracasar un plan—ayudan a detectar fallas y reforzar pilares (Gary Klein, 2007). La clave, entonces, es un pacto entre audacia y prueba: soñar lo necesario, verificar lo posible, ajustar lo prudente. Así, donde la certeza solo veía muros, la imaginación levanta puentes confiables que no niegan la realidad: la atraviesan con sentido.