Autorízate hoy y crea un mañana mejor
Creado el: 4 de octubre de 2025
Niégate a esperar permiso para dar forma a un día mejor. — James Baldwin
El llamado a la autoautorización
La frase de Baldwin nos saca del pasillo de la espera y nos pone de golpe en el taller del hacer. Rehusar el permiso ajeno no es capricho, sino un acto de responsabilidad: reconocer que la inercia también decide, y casi nunca a favor de la justicia. Así, la invitación no es a la temeridad, sino a la lucidez que ve oportunidades concretas en lo cotidiano: organizarse con vecinos, abrir espacios de diálogo, resolver un problema común sin aguardar la venia de una autoridad distante. Desde ahí, la promesa de un día mejor deja de ser esperanza aplazada y se vuelve práctica inmediata.
Baldwin ante el espejo histórico
Esta urgencia no surgió en el vacío. En A Talk to Teachers (1963), Baldwin defendió una educación que forme personas capaces de mirar el mundo por sí mismas y transformarlo. Poco después, en el debate de la Cambridge Union (1965) expuso, con una elocuencia implacable, cómo el llamado “sueño americano” se había construido a costa de los afroamericanos, exigiendo acción y no mera conformidad. De allí su máxima: no todo lo que se enfrenta puede cambiarse, pero nada cambia hasta que se enfrenta. La coherencia entre diagnóstico y coraje convierte su exhortación en guía práctica, no solo en consigna moral.
Desobediencia que inaugura el día
De las aulas pasamos a la calle: Rosa Parks (1955) no esperó permiso para sentarse; los estudiantes de Greensboro (1960) ocuparon mostradores de comida que les negaban; ambos gestos reencuadraron lo posible. Estas acciones, aunque pequeñas en apariencia, reorganizaron el mapa de lo permisible, abriendo sendas institucionales que antes parecían impensables. En este sentido, rehusar la espera no ignora la ley; la convoca a su mejor versión, recordándole su compromiso con la dignidad. Así, el “día mejor” empieza cuando alguien, sin violencia y con propósito, ejerce un derecho como si ya fuese plenamente reconocido.
Psicología de la agencia personal
La ciencia del comportamiento respalda esta ética de la iniciativa. Julian Rotter (1966) mostró que un locus de control interno —la creencia de que nuestras acciones influyen en los resultados— se asocia con mayor perseverancia y salud psicológica. A la inversa, la indefensión aprendida descrita por Martin Seligman (1975) revela cómo la repetida impotencia enseña a ceder el timón incluso cuando hay opciones. Por eso, esperar permiso refuerza un guion de pasividad; actuar con criterio lo reescribe. Entre ambos extremos, la práctica deliberada de pequeñas decisiones eficaces fortalece el músculo cívico que Baldwin quiso despertar.
Prácticas inmediatas de autoautorización
Traducido al hoy, el llamado se concreta en pasos modestos pero acumulativos: convocar una reunión barrial y salir con un plan; abrir un repositorio de datos locales que mejore servicios; enviar una carta pública con propuestas verificables; organizar redes de cuidado que sostengan a quienes no llegan a fin de mes. Mediante prototipos, pilotos y evaluación abierta, las ideas ganan legitimidad por sus resultados, no por el aval previo. Así, la autoridad deja de ser un sello y se vuelve una confianza ganada, alineando medios y fines en una misma ética de utilidad pública.
Riesgo, cuidado y horizonte común
Por supuesto, autorizarse implica riesgos. De ahí que Baldwin, en The Fire Next Time (1963), enmarcara la transformación en un amor riguroso: cambiar estructuras sin deshumanizar a nadie. La clave es conjugar audacia con responsabilidad, transparencia y rendición de cuentas, de modo que cada avance amplíe derechos en lugar de concentrar poder. Finalmente, la negativa a pedir permiso solo cumple su promesa cuando ensancha el nosotros: si cada iniciativa abre espacios para que otros también actúen, entonces el día mejor deja de ser una meta solitaria y se convierte en una costumbre colectiva.