Memoria y pérdida en la niebla de Li Shangyin
Creado el: 6 de octubre de 2025

"Este sentimiento quizá algún día se recuerde, aunque en ese momento ya se había perdido en la confusión." — Li Shangyin
Un sentimiento al borde del olvido
La línea de Li Shangyin sugiere una paradoja íntima: aquello que hoy es confusión, mañana quizá se recuerde como claridad. El verso admite que el sentimiento existe, pero se extravía en el instante mismo en que podría haberse comprendido. Así, la memoria no rescata una verdad intacta, sino que fabrica un relato posterior que intenta dar forma a lo que, en su hora, fue puro desconcierto. Para entender el alcance de esta tensión entre vivencia y rememoración, conviene asomarnos al contexto estético y filosófico que alimenta su escritura.
El enigma estético de la tardía Tang
A renglón seguido, la frase resuena con la poética hermética de la dinastía Tang tardía, donde Li Shangyin (813–858) destaca por su densidad alusiva. En su célebre poema «Jinse» (锦瑟, ca. 850), convoca visiones superpuestas: el sueño de Zhuangzi confundido con mariposas («庄生晓梦迷蝴蝶») o el lamento del emperador convertido en cuclillo («望帝春心托杜鹃»). Estas imágenes no explican, desorientan; no revelan un núcleo fijo, sino el vaivén de la percepción. La confusión no es un fallo de lectura, sino el medio. En ese clima, el sentimiento que “tal vez” se recuerde adquiere una textura sonora y cambiante, como una música que perdura cuando su fuente ya calló.
Filosofías del desvanecimiento
Asimismo, la confusión que el poeta confiesa dialoga con dos corrientes que moldean su época. Del budismo hereda la noción de anitya, la impermanencia: lo sensible se disuelve antes de fijarse en concepto. Del taoísmo, a través de Zhuangzi, recibe la sospecha de que los límites del yo y del mundo son porosos; despertar y sueño intercambian sus papeles. Si el sentimiento se pierde “entonces”, no es por falta de intensidad, sino porque la realidad misma fluye. Así, la memoria posterior es una balsa: llega cuando el agua ya ha corrido. La sabiduría de Li no promete recuperar el instante, sino escuchar su estela sin forzarla.
Psicología de la memoria afectiva
A la vez, la idea de recordar más tarde lo que en su momento desconcertó anticipa hallazgos modernos. Ebbinghaus (1885) mostró la curva del olvido, mientras Daniel Schacter, en Los siete pecados de la memoria (2001), explicó cómo reconstruimos el pasado según necesidades presentes. Incluso la célebre memoria involuntaria de Proust en En busca del tiempo perdido (1913) ilustra cómo un sabor despierta un sentido que antes estaba velado. Así, la confusión inmediata no invalida la experiencia; simplemente no dispone aún de un marco. Cuando la emoción decanta, el recuerdo la organiza. La poesía de Li describe esa alquimia: el sentimiento no se pierde, se reconfigura.
Traducción y la productividad de la ambigüedad
Desde otra perspectiva, el verso original «此情可待成追忆,只是当时已惘然» (Cǐ qíng kě dài chéng zhuīyì, zhǐshì dāngshí yǐ wǎngrán) pivota sobre 惘然, un término que sugiere desconcierto, vacío perplejo. Según lecturas como las de Stephen Owen en The Late Tang (2006), la ambigüedad no es ornamento: preserva los bordes borrosos del afecto. Por eso las traducciones oscilan entre “se había perdido”, “quedaba en confusión” o “estaba ya desvaído”. Cada versión fija un matiz y sacrifica otros, recordándonos que toda memoria —también la del traductor— organiza lo difuso. De ahí que la pluralidad de sentidos sea coherente con el propio tema del poema.
El jinse y la música del eco
De forma complementaria, el título «Jinse» alude a una cítara de seda y brocado; su música, más que las notas, vive en el eco. En la tradición china, se habla del residuo sonoro que permanece tras el golpe: la emoción no está en el golpe mismo, sino en su vibración. Así, el sentimiento que tal vez se recuerde es ese eco que toma forma cuando ya no miramos el instrumento. Como una sala que guarda la resonancia, la conciencia acoge luego lo que en su momento fue solo timbre fugitivo.
Habitar la incertidumbre del instante
Por último, la línea de Li invita a un gesto ético: no aferrarse al instante ni despreciarlo. La confusión es parte legítima de la experiencia; apaciguada por el tiempo, puede volverse comprensión. Prácticas contemporáneas de atención plena, como las difundidas por Jon Kabat-Zinn (1990), enseñan algo similar: registrar sin apresurar el sentido. Entre tanto, la poesía ofrece un método: sostener la ambigüedad con paciencia y precisión. Así, cuando el recuerdo llegue, encontraremos no una certeza dogmática, sino una forma más honda de verdad.