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La paz nace de manos que unen, no señalan

Creado el: 11 de octubre de 2025

La paz brota de manos que reúnen, no de las que señalan. — Thich Nhat Hanh
La paz brota de manos que reúnen, no de las que señalan. — Thich Nhat Hanh

La paz brota de manos que reúnen, no de las que señalan. — Thich Nhat Hanh

Del dedo acusador al gesto que acoge

Para comenzar, la frase sugiere un giro radical: en vez de culpar, conviene crear espacio para volver a estar juntos. Señalar separa, fija identidades en el error y levanta muros. En cambio, reunir implica tender puentes, reconocer necesidades y abrir un campo común donde la confianza pueda germinar. La paz, así entendida, no es ausencia de conflicto, sino presencia de vínculos suficientes para sostenerlo sin violencia. Por eso, el gesto importa: la mano extendida invita, el dedo acusador aísla.

Budismo comprometido: paz en cada paso

En ese marco, Thich Nhat Hanh encarnó un budismo que se arremanga. Durante la guerra de Vietnam impulsó escuelas y hospitales, y abogó por el cese de hostilidades; Martin Luther King Jr. lo nominó al Nobel de la Paz en 1967. Su libro Peace Is Every Step (1991) insiste en que la paz no se posterga al futuro: se cultiva en cada interacción. Reunir, entonces, es práctica política y espiritual a la vez; no excusa el daño, pero prioriza las condiciones para transformarlo.

Escucha profunda y palabra correcta

A partir de allí, la comunicación se vuelve herramienta de reunión. En The Art of Communicating (2013), Hanh describe la escucha profunda y la palabra amorosa como antídotos frente a la reactividad. La tradición del óctuple sendero habla de la palabra correcta: decir lo necesario, en el momento oportuno, con una intención que alivie el sufrimiento. Un ejemplo sencillo: en una discusión familiar, respirar tres veces antes de hablar y reflejar lo oído (te escucho decir que te sentiste solo) reduce defensas y crea un nosotros desde el cual negociar cambios.

Prácticas cotidianas para reunirse

Para traducirlo al día a día, Hanh propone micro-hábitos de presencia. The Miracle of Mindfulness (1975) sugiere detenerse al sonar una campana, respirar y sonreír al cuerpo; esa pausa corta el impulso de señalar. También ayudan preguntas que juntan: en qué coincidimos hoy, qué agradezco de ti, qué puedo ofrecer ahora. Al sostener estas prácticas, el conflicto deja de ser un ring y se vuelve un taller: un lugar para reparar juntos.

Reparar vínculos: la vía restaurativa

Asimismo, en la esfera social, reunir se alinea con la justicia restaurativa. Howard Zehr en Changing Lenses (1990) muestra cómo poner cara a cara a quien dañó y a quien fue dañado, con apoyo de la comunidad, permite reconocer el impacto y acordar reparaciones concretas. La Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica (1996), presidida por Desmond Tutu, ilustra que escuchar y asumir responsabilidad puede abrir caminos donde la venganza solo multiplica heridas. No es indulgencia: es una apuesta por el tejido común.

Interser y un nosotros más amplio

Finalmente, Hanh formula interser: todo co-surge y se sostiene mutuamente. Interbeing (1987) muestra que tu bienestar depende del mío y del de la tierra; por eso, señalar al otro es, en el fondo, señalarse. No mud, no lotus (2014) recuerda que del barro del conflicto brota la flor de la comprensión si hay cuidado. En tiempos de polarización digital, volver a reunir implica preguntar antes de acusar, buscar contexto y ofrecer una mano que diga: caminemos y miremos el problema juntos.