En última instancia, la frase de Robinson no es un eslogan: es una pregunta diaria. ¿Quién estará mejor porque yo estuve hoy aquí? La respuesta puede traducirse en prácticas concretas: mentorar a una persona, apoyar una causa local, abrir un espacio para voces marginadas o cambiar una política interna que excluye.
Vivir así no exige fama, sino constancia. Cada decisión —en la familia, el trabajo o la ciudad— puede alinear talento y propósito con el bien común. Y, como demuestran las ondas en cadena, ese compromiso rara vez se detiene en nosotros: viaja, inspira y construye futuros compartidos. [...]