Finalmente, persistir no equivale a obstinarse. La investigación de Carsten Wrosch sobre la desvinculación de metas (2003) indica que saber soltar objetivos inviables protege el bienestar y libera energía para insistencias más fecundas.
Así, el criterio no es “nunca ceder”, sino “ceder para persistir mejor”. Elegimos batallas que nos revelan y renunciamos a las que nos distorsionan. En ese equilibrio, la frase de Wolff cobra pleno sentido: la identidad emerge del esfuerzo sostenido, pero también del giro lúcido que nos alinea con lo que, de verdad, queremos llegar a ser. [...]