Por eso, en última instancia, el nindō inspira prácticas concretas: formular una regla breve, compartirla en público y respaldarla con microcompromisos no negociables. Hábitos como llegar a tiempo, terminar lo empezado o pedir perdón al fallar hacen visible la palabra dada. Igual que en la Aldea Oculta entre la Hoja, la reputación se acumula acto tras acto. Y cuando flaqueemos, repetir el lema no es magia; es un recordatorio del camino que elegimos andar. [...]