La comodidad del asfalto y sus costos ocultos
Creado el: 13 de julio de 2024

La normalidad es un camino asfaltado: es cómodo para caminar, pero no crecen flores. — Vincent van Gogh
El sentido de la metáfora
Al comenzar, la imagen del camino asfaltado condensa una promesa y una advertencia: la normalidad ofrece seguridad, previsibilidad y tracción estable, pero al mismo tiempo sella el suelo donde podría germinar lo inesperado. Van Gogh sugiere que el confort absoluto empobrece el paisaje vital; sin fisuras, sin baches ni curvas, no hay lugar para lo que florece de la sorpresa. Así, la frase no demoniza el orden, sino que lo reubica: útil para avanzar sin tropiezos, estéril para el crecimiento. De este modo, la comodidad aparece como un medio, no un fin. La metáfora invita a mirar los márgenes del camino, esos bordes donde el terreno no está del todo controlado y, por lo mismo, es fértil para el hallazgo.
Van Gogh y los márgenes fértiles
A partir de ahí, la propia vida de Van Gogh ilustra la potencia creativa de salirse del carril. En Arles (1888) persiguió una luz distinta que le permitió los Girasoles; en Saint-Rémy (1889) pintó La noche estrellada, obra nacida desde la reclusión y el riesgo estético. Sus cartas a Theo (1888–1890) muestran una obstinación por el color, la textura y el gesto que rehusaba la pulcritud académica. Ese impasto convulso, lejos del acabado liso, convirtió el lienzo en terreno suelto donde pudieron brotar nuevas formas. No es casual que su metáfora oponga asfalto y flores: su pintura buscó grietas en lo dado para que la experiencia vivida, con toda su aspereza, emergiera en la superficie.
Innovación fuera del carril
En el plano histórico, la novedad suele crecer fuera de la vía principal. Los impresionistas, rechazados por el Salón oficial, expusieron por su cuenta en el estudio de Nadar (1874) y fueron tildados de inacabados; hoy son canon. Del mismo modo, Thomas S. Kuhn argumentó que los cambios de paradigma surgen de anomalías que no encajan en la normalidad vigente (La estructura de las revoluciones científicas, 1962). La lección es coherente con la metáfora: cuando el tránsito es demasiado fluido, nada lo cuestiona y nada germina. En cambio, al tomar desvíos y soportar el bache, aparecen preguntas, métodos y sensibilidades que antes no tenían espacio. Allí, entre la fricción y la duda, nacen las flores.
Psicología del confort y el crecimiento
Asimismo, la psicología sugiere que un exceso de comodidad limita el rendimiento. La ley de Yerkes-Dodson (1908) describe una curva en U invertida: con activación demasiado baja, el desempeño decae; con desafío moderado, mejora; con estrés extremo, vuelve a caer. Algo semejante indica la mentalidad de crecimiento de Carol Dweck (Mindset, 2006): las habilidades se expanden cuando aceptamos retos y el error como información. Traducido a la metáfora, el asfalto puro baja la activación y reduce el aprendizaje; la tierra irregular introduce el nivel de fricción que despierta atención, curiosidad y práctica deliberada. No se trata de glorificar el caos, sino de calibrar la dificultad para que el esfuerzo se convierta en cultivo.
Ecología del asfalto y la vida
Por otro lado, la ecología permite leer la metáfora literalmente: el asfalto impermeabiliza el suelo, interrumpe ciclos hídricos y empobrece la biodiversidad; donde todo está sellado, pocas especies prosperan (Forman, Road Ecology, 2003). En cambio, en grietas y bordes surgen pioneras resistentes, esas hierbas que colonizan lo improbable y preparan el terreno para otras. El efecto de borde, tan temido por su perturbación, a veces multiplica la heterogeneidad y, con ella, los nichos disponibles. Así, el paisaje vivo necesita discontinuidades; del mismo modo, una vida creativa requiere resquicios donde lo no planificado pueda enraizar. Sin porosidad, la superficie permanece impecable, pero infecunda.
Cómo apartarse sin perderse
Por último, salir del asfalto puede practicarse con desvíos pequeños y sostenibles: rutas distintas para tareas rutinarias, un cuaderno de curiosidades, sesiones de ideas deliberadamente malas para liberar juicio, o un día sin pantallas que recupere atención profunda. En el trabajo, el job crafting reconfigura tareas y relaciones para crear significado y desafío (Wrzesniewski y Dutton, 2001). La clave es alternar tramos pavimentados —que dan ritmo y seguridad— con terrenos sueltos —que ofrecen descubrimiento—. Al equilibrar ambos, caminamos sin quedarnos estancados, y dejamos espacio para que, a la vera del trayecto, vuelvan a crecer flores.