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En la acción, la fe está más allá de la evidencia. — William Ellery Channing

Creado el: 2 de mayo de 2025

En la acción, la fe está más allá de la evidencia. — William Ellery Channing
En la acción, la fe está más allá de la evidencia. — William Ellery Channing

En la acción, la fe está más allá de la evidencia. — William Ellery Channing

La fe como motor de la acción

Channing sugiere que el impulso para actuar frecuentemente proviene de un tipo de creencia que no puede ser completamente justificada con argumentos racionales o pruebas objetivas. Por ejemplo, en la historia de la madre de Moisés, según el Éxodo bíblico, ella confía en la salvación de su hijo pese a no tener garantía alguna, depositándolo en una canasta en el Nilo confiada en algo más allá de lo visible.

Diferencia entre fe y evidencia

La evidencia se refiere a datos y hechos comprobables, mientras que la fe implica confiar en algo que aún no se ve o no se ha demostrado. Esta diferencia es fundamental en los momentos decisivos de la vida, como ilustró Martin Luther King Jr., quien dijo: 'Da el primer paso con fe. No tienes que ver toda la escalera, solo da el primer paso.'

Fe en el contexto social y moral

Channing, como pensador unitarista, también defendía que la fe nos mueve a luchar por causas justas aun cuando el éxito no parezca seguro. Por ejemplo, la campaña de Mahatma Gandhi en la India por la independencia comenzó en una situación donde las probabilidades de éxito eran mínimas y la evidencia sugería lo contrario, pero la fe colectiva impulsó la acción.

Inspiración para el progreso humano

Muchas invenciones y avances revolucionarios partieron de la fe en una idea, no de la evidencia sólida. Thomas Edison persistió en el desarrollo de la bombilla eléctrica realizando miles de pruebas fallidas porque creía en la viabilidad del invento—una fe más allá de la evidencia inmediata.

El papel de la fe en el desarrollo personal

El salto hacia lo desconocido es esencial para el crecimiento individual. En la obra 'El Principito' de Antoine de Saint-Exupéry (1943), el protagonista aprende que las cosas más valiosas no son visibles, sino que se sienten con el corazón, un recordatorio de que la fe impulsa acciones significativas, incluso cuando no hay pruebas tangibles.