La aflicción como raíz de la compasión humana
Creado el: 3 de mayo de 2025

La aflicción es el suelo de la compasión. — Meister Eckhart
El papel fundamental de la aflicción
Meister Eckhart, místico y filósofo del siglo XIV, proclama que la aflicción es el suelo de la compasión. Esta frase revela cómo el sufrimiento personal no es solo una experiencia negativa, sino también un terreno fértil para el crecimiento de virtudes como la compasión. Si bien a menudo intentamos evitar el dolor, Eckhart sugiere que es precisamente en los momentos de dificultad cuando se desarrolla nuestra capacidad para comprender y acompañar a otros.
La compasión nacida del entendimiento
Cuando experimentamos aflicción, aprendemos en carne propia lo que significa ser vulnerable; esta vivencia crea un lazo invisible con quienes atraviesan situaciones similares. Así, nos volvemos más receptivos al dolor ajeno y, en consecuencia, la compasión florece de manera auténtica. El budismo, por ejemplo, recalca que toda compasión verdadera surge de reconocer el sufrimiento común, estableciendo un claro paralelismo con la visión de Eckhart.
Lecciones históricas y literarias
A lo largo de la historia, figuras como la madre Teresa de Calcuta demostraron que su acercamiento a los más necesitados fue moldeado por su propio encuentro con el sufrimiento. En la literatura, obras como Los miserables de Victor Hugo muestran que personajes que han conocido la aflicción poseen una compasión transformadora, evidenciando que la adversidad sensibiliza y humaniza.
Resiliencia y solidaridad
Además, la aflicción actúa como catalizador de la resiliencia y la solidaridad social. Superar situaciones difíciles nos impulsa a brindar apoyo genuino a quienes luchan. En tiempos de crisis, como durante desastres naturales o pandemias, observamos un aumento de la empatía colectiva; las dificultades compartidas fomentan el surgimiento de comunidades más compasivas y cooperativas.
Cultivar compasión desde el sufrimiento
Por último, abrazar la aflicción como maestra nos permite crecer en empatía, en lugar de rechazarla o esconderla. Prácticas espirituales y psicológicas contemporáneas, como la meditación en compasión, nos invitan a transformar nuestro propio dolor en un puente hacia los demás. Siguiendo la senda de Eckhart, recordamos que la compasión no es un punto de partida, sino una cosecha que florece en el terreno fértil de la aflicción vivida y comprendida.