El arte: un viaje entre el hallazgo y la evasión personal
Creado el: 8 de mayo de 2025

El arte nos permite encontrarnos a nosotros mismos y perdernos al mismo tiempo. — Thomas Merton
La paradoja transformadora del arte
Thomas Merton nos invita a reflexionar sobre la paradoja que encierra la experiencia artística: al mismo tiempo que el arte fomenta el autodescubrimiento, también nos aleja de nosotros mismos. Desde tiempos remotos, los seres humanos han acudido a la expresión artística no solo como medio de comunicación, sino como forma de investigar las profundidades de su ser, tal como lo evidencian las pinturas rupestres de Lascaux. Este proceso dual de reconocimiento y evasión representa la esencia del arte.
Autoconocimiento a través de la creación y la contemplación
A medida que nos sumergimos en la creación o en la contemplación de una obra, el arte se convierte en un espejo espiritual. Así como Merton fue un monje y ensayista dedicado a la búsqueda interior, el acto creativo revela capas ocultas de nuestros pensamientos y emociones, ayudándonos a comprendernos mejor. Las memorias de Frida Kahlo, por ejemplo, muestran cómo pintar la ayudó a enfrentar su sufrimiento y a identificar su propia verdad.
La evasión como libertad y refugio
Sin embargo, el arte trasciende el mero autoconocimiento: nos otorga la posibilidad de perdernos, de desdibujar los límites habituales de la identidad. Esta evasión ofrece una forma de libertad, donde olvidamos preocupaciones y roles, tal como ocurre al perdernos en una pieza musical de Chopin o en una novela de Borges. Este ‘extraviarse’ no implica confusión, sino expansión y renovación del yo.
El equilibrio entre encuentro y fuga en el arte
De esta manera, el arte se convierte en un juego de balances: por un lado, nos coloca frente al propio ser; por el otro, permite una sana distancia de la rutina y la autoimagen. El filósofo Walter Benjamin sostenía que el arte es capaz de generar un ‘choque’ que despierta la conciencia, pero también un ‘aura’ que invita al ensueño. Así, las experiencias artísticas propician tanto la introspección como la sublimación.
El valor existencial de la experiencia artística
En última instancia, este ir y venir entre el encuentro personal y la pérdida temporal de uno mismo en el arte contribuye a nuestro bienestar existencial. Nos volvemos más conscientes, más empáticos y más abiertos al misterio de la existencia. Como afirma Merton, el arte no solo nos define, sino que también nos libera, mostrando que en la aparente contradicción reside su poderosa magia transformadora.