La incomodidad como motor del cambio transformador
Creado el: 10 de mayo de 2025

Las semillas del cambio se siembran en la incomodidad. — Nawal El Saadawi
El germen del cambio en la incomodidad
Nawal El Saadawi, escritora y activista egipcia, apunta en su frase a una verdad fundamental: es en la incomodidad donde florecen las semillas del cambio. Cuando las circunstancias nos sacan de la zona de confort, surge un deseo intrínseco de transformación. Esta incomodidad puede presentarse en forma de injusticia, desigualdad o insatisfacción personal, impulsando la búsqueda de soluciones y mejoras tanto a nivel individual como colectivo.
De la insatisfacción personal a la acción social
El paso de la incomodidad interna hacia la acción externa es clave en los procesos de cambio. A lo largo de la historia, movimientos sociales, como el feminismo o los derechos civiles, han nacido de una profunda insatisfacción. Por ejemplo, la lucha liderada por Rosa Parks en 1955 fue detonada por una negativa a aceptar la incomodidad de la segregación racial, catalizando importantes transformaciones legales y culturales en Estados Unidos.
La incomodidad como elemento creativo
Además, la incomodidad impulsa la creatividad y la innovación. En el ámbito artístico y científico, figuras como Frida Kahlo y Albert Einstein convirtieron sus propios conflictos y cuestionamientos en motores para romper paradigmas. Así, la incomodidad deja de ser solo un malestar para convertirse en un detonante que exige replantear las estructuras vigentes y buscar nuevas respuestas.
Aceptando el malestar para evolucionar
Sin embargo, no basta con reconocer la incomodidad; es necesario aceptarla y analizarla. Como plantea Viktor Frankl en 'El hombre en busca de sentido' (1946), enfrentar el sufrimiento y encontrarle un propósito abre las puertas al crecimiento personal. Al abrazar el malestar, se generan las condiciones ideales para el aprendizaje y la superación de los obstáculos.
Del disconformismo a la transformación colectiva
Finalmente, cuando la incomodidad es compartida, se convierte en el terreno fértil para la movilización comunitaria. Protestas contemporáneas—como el movimiento #MeToo—surgen de experiencias incómodas compartidas y consolidan el deseo colectivo de transformación. Así, la incomodidad se eleva de experiencia individual a fuerza potente de cambio social, cumpliendo la premisa de El Saadawi: solo en el malestar germinan los brotes de un futuro más justo.