El arte de callar: sabiduría en el silencio
Creado el: 13 de mayo de 2025

Bienaventurado el hombre que, no teniendo nada que decir, se abstiene de dar prolijas pruebas de ello. — George Eliot
Valorando el silencio en la comunicación
El aforismo de George Eliot elogia a quienes saben reconocer cuándo no tienen nada que aportar y eligen mantenerse en silencio. En tiempos donde la abundancia de palabras puede oscurecer el mensaje, esta virtud cobra relevancia. La comunicación efectiva no solo reside en la elocuencia, sino también en la capacidad de reservarse, como afirma Eliot, evitando así demostrar con discursos vacíos la ausencia de ideas significativas.
El riesgo de hablar por hablar
El peligro de hablar sin contenido sustancial es universal y antiguo. Por ejemplo, en la obra ‘Pensamientos’ de Pascal (1670), se advierte contra la verbosidad innecesaria y el deseo de llenar todo vacío con palabras. Esta tendencia puede derivar en la pérdida de credibilidad y fatiga para el oyente, quien percibe la falta de sustancia detrás de la verborrea. Así, la prudencia al hablar emerge como signo de respeto tanto hacia uno mismo como hacia los demás.
La economía del lenguaje como señal de inteligencia
Eliot sugiere que el autocontrol al expresarse no es solo una cuestión de cortesía, sino también de inteligencia. Aristóteles ya planteaba en su ‘Ética a Nicómaco’ la importancia de la mesura y la sensatez, características esenciales de la sabiduría. En la actualidad, este enfoque es vital, especialmente en contextos profesionales en los que el mensaje debe ser claro y conciso para ser valorado.
Silencio: fundamento de reflexión y escucha
Callar permite también abrir un espacio para la reflexión y la escucha activa. Dejar que otros hablen, o simplemente permitir que el silencio habite una conversación, crea oportunidades para profundizar en los temas tratados. La célebre máxima de Epicteto, ‘tenemos dos oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos’, se alinea con la tesis de Eliot: escuchar bien suele ser más valioso que hablar mucho.
Prácticas cotidianas para cultivar el silencio sabio
Finalmente, adoptar el hábito de pensar antes de hablar puede transformar nuestras relaciones y la calidad de nuestros intercambios. En reuniones, debates o conversaciones informales, resistirse a intervenir sin aportar valor es un signo de madurez y autoconocimiento. Así, el elogio de Eliot al silencio prudente sigue vigente y se convierte en una invitación a practicar la palabra justa y la pausa reflexiva en la vida diaria.