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El Valor de Cruzar el Horizonte para Crecer

Creado el: 19 de mayo de 2025

Para prosperar, uno debe arriesgarse a ir más allá del horizonte. — Clarissa Pinkola Estés
Para prosperar, uno debe arriesgarse a ir más allá del horizonte. — Clarissa Pinkola Estés

Para prosperar, uno debe arriesgarse a ir más allá del horizonte. — Clarissa Pinkola Estés

El horizonte como metáfora del crecimiento

El horizonte simboliza aquello que está más allá de nuestro alcance inmediato, las fronteras que delimitan la comodidad y lo conocido. Cuando Clarissa Pinkola Estés menciona ‘ir más allá del horizonte’, nos invita a imaginar el crecimiento personal como una travesía hacia tierras inexploradas. No se trata solo de cambiar de entorno físico, sino de romper los límites internos que nos imponemos, ampliando poco a poco nuestro campo de visión y experiencia.

El riesgo como motor esencial del progreso

Este desafío de avanzar más allá de lo conocido no está exento de riesgos; sin embargo, precisamente en ese riesgo reside la semilla del progreso. Continuando el pensamiento de Estés, el miedo al fracaso suele frenar nuestro impulso de explorar, pero la historia está repleta de ejemplos que demuestran lo contrario. Cristóbal Colón, enfrentándose a incertidumbres sobre los límites del mundo en 1492, terminó redibujando el mapa del conocimiento occidental gracias a su osadía.

La resistencia interna y el mito del confort

A pesar de las recompensas que trae el progreso, a menudo nos encontramos aferrados a la zona de confort. Esta resistencia interna no es casual: la mente busca la estabilidad y la previsibilidad para protegernos. Sin embargo, como relata Estés en ‘Mujeres que corren con los lobos’ (1992), la creatividad y la renovación nacen cuando nos atrevemos a desafiar nuestra autoimpuesta quietud, impulsados por una necesidad profunda de transformación.

El aprendizaje detrás de cada riesgo asumido

Atravesar el horizonte, por riesgoso que parezca, siempre deja enseñanzas valiosas. Incluso cuando el resultado no es el esperado, el proceso mismo de intentarlo refuerza la resiliencia y amplía el conocimiento propio. Así como los exploradores antiguos regresaban con mapas más exactos o relatos que inspiraban a otros, cada individuo que se atreve a avanzar contribuye, en menor o mayor medida, al caudal de la experiencia colectiva.

La prosperidad como consecuencia de la valentía

Finalmente, prosperar —en el sentido más pleno de la palabra— depende de la disposición a dar ese salto más allá del horizonte familiar. La valentía y la apertura al riesgo no solo abren puertas a nuevas oportunidades, sino que también nos ayudan a reinventarnos constantemente. Así, siguiendo la invitación de Estés, el acto de atreverse se transforma en la clave silenciosa del florecimiento personal y comunitario.