El poder engañoso de las propias opiniones
Creado el: 12 de junio de 2025

El mayor engaño que sufren los hombres proviene de sus propias opiniones. — Leonardo da Vinci
La trampa interna de las creencias personales
Leonardo da Vinci nos advierte sobre un enemigo invisible: nuestras propias opiniones. Desde la infancia, formamos ideas sobre el mundo basadas en familia, entorno y experiencias, y a menudo les otorgamos un valor incuestionable. Esta confianza puede transformarse en una trampa, cegándonos ante hechos nuevos que desmontan nuestros prejuicios. Así, el error no solo proviene del exterior, sino, con mayor frecuencia, de dentro de nosotros mismos.
El sesgo cognitivo y su influencia cotidiana
Como transición, estudios modernos en psicología, como los de Daniel Kahneman sobre los sesgos cognitivos, demuestran que las personas tendemos a confirmar lo que ya creemos. Esto se conoce como ‘sesgo de confirmación’, y nos lleva a seleccionar y recordar información que refuerza nuestras opiniones previas. Así, el engaño se perpetúa silenciosamente, impidiendo que cuestionemos nuestras certezas.
El peso histórico de las opiniones erróneas
Profundizando en la historia, grandes errores colectivos provienen de creencias compartidas y no cuestionadas. Por ejemplo, la creencia durante siglos en que la Tierra era el centro del universo atrasó avances científicos hasta que Copérnico y Galileo desafiaron ese paradigma. Con esto, da Vinci sugiere que el progreso depende de enfrentar la comodidad de nuestras ideas preconcebidas.
La autocrítica como herramienta de sabiduría
A continuación, la práctica de la autocrítica emerge como antídoto frente al autoengaño. Filósofos como Sócrates sostenían que 'conócete a ti mismo' es clave para no caer en las trampas mentales que construimos. Al dudar de nuestras propias opiniones y cuestionarlas con rigor, aprendemos a distinguir verdad de ilusión. Así, crecemos en pensamiento crítico y apertura mental.
Superar el engaño: hacia una mente abierta
Finalmente, reconocer el riesgo de nuestras propias opiniones nos invita a la humildad intelectual. Adoptar una mente abierta, aceptar la posibilidad de estar equivocados y buscar perspectivas diversas son pasos fundamentales para evitar el autoengaño. En este espíritu, el consejo de da Vinci sigue vigente: solo desde la duda y la reflexión podemos aspirar a la verdadera sabiduría.