El Peligro de los Excesos en la Virtud y el Vicio
Creado el: 15 de julio de 2025

La virtud es más de temer que el vicio, porque sus excesos no están sujetos a la regulación de la conciencia. — Adam Smith
El Sentido Paradojal de la Virtud
Adam Smith nos invita a reconsiderar nuestra concepción de la virtud, una cualidad que generalmente asociamos con el bien absoluto. Sin embargo, Smith señala el riesgo oculto: cuando la virtud se practica sin límites, puede escapar a todo control de conciencia, volviéndose potencialmente peligrosa. Así, el filósofo establece una paradoja en la que el exceso de algo bueno puede tornarse incluso más nocivo que el vicio descarado.
Cómo la Conciencia Regula el Vicio
A diferencia de la virtud, los excesos del vicio suelen ser evidentes y, por tanto, sujetos a la regulación interna de la conciencia. Por ejemplo, la avaricia extrema o la envidia suelen generar remordimiento, lo que posibilita un autocontrol. Es en este contraste donde Smith ve al vicio, paradójicamente, como más fácilmente limitable desde el interior que la virtud desbordada.
Ejemplos Históricos de Virtud Desmedida
En la historia, los excesos de virtud han propiciado acciones extremas muchas veces justificadas como nobles. Tomemos la llamada «virtud revolucionaria» durante la Revolución Francesa: figuras como Robespierre promovieron la pureza moral al punto de la persecución y el terror (Schama, ‘Citizens’, 1989). Aquí, la causa justa deriva en violencia cuando la autocrítica desaparece bajo el manto de la virtud absoluta.
Crítica Social y Moral de los Excesos Virtuosos
Sociológicamente, una sociedad que recompensa el exceso de virtudes como el perfeccionismo puede terminar generando intolerancia y autoritarismo moral. Max Weber advirtió, a inicios del siglo XX, sobre las «jaulas de hierro» donde valores elevados, sin matiz ni autocrítica, sofocan la diversidad de pensamiento y la compasión genuina.
El Equilibrio y la Importancia de la Autoconciencia
En suma, Smith sugiere que la virtud debe ir acompañada por la autovigilancia y la reflexión constante. Solo así se evita que se convierta en una fuerza destructiva, tan peligrosa como el vicio más manifiesto. Fomentar la autoconciencia permite desarrollar una ética equilibrada, que previene los peligros de toda virtud transformada en dogma inflexible.