El Riesgo de Equivocarse en Búsqueda de la Calidad Verdadera
Creado el: 15 de julio de 2025

Para discernir la verdadera calidad, uno debe estar dispuesto a arriesgarse a estar equivocado. — John Ruskin
La Relación Entre Calidad y Valoración Personal
John Ruskin nos invita a reflexionar acerca de una premisa esencial: la percepción de la calidad no puede desvincularse de la vulnerabilidad individual. Al hablar de calidad, no solo nos referimos a la excelencia material, sino al discernimiento que proviene del juicio personal. Este acto de valorar implica necesariamente un margen de error, pues nuestras experiencias y preferencias moldean la manera en que clasificamos lo bueno y lo excelente.
El Papel de la Incertidumbre en la Evaluación
A continuación, Ruskin señala que quien teme equivocarse jamás se expone a descubrir matices ocultos en la calidad. En otras palabras, la incertidumbre se vuelve no solo un obstáculo, sino una condición necesaria para una comprensión profunda. En la crítica de arte victoriana, el propio Ruskin desafió opiniones formadas, defendiendo la obra de Turner frente al escepticismo popular, lo cual evidencia cómo el riesgo de errar en juicio puede revelar nuevas dimensiones de valor.
Aprendizaje y Crecimiento a Través del Error
Este proceso está intrínsecamente vinculado con el aprendizaje. Cuando uno se arriesga a cometer errores, se abren caminos hacia el crecimiento personal y colectivo. Por ejemplo, en talleres de diseño o en catas de vino, los expertos instan a los aprendices a emitir juicios aun a costa de equivocarse; es precisamente de la corrección y la duda donde surge un entendimiento más refinado y auténtico.
La Falacia de la Certeza en la Sociedad Moderna
En contraste, la cultura contemporánea suele ensalzar la certeza y penalizar la indecisión. Sin embargo, como advierten filósofos como Karl Popper, aferrarse al dogma puede conducir a la mediocridad, pues no permite explorar alternativas o desafiar normas establecidas. Así, el miedo al error muchas veces limita tanto la innovación como la apreciación genuina de la calidad.
El Valor del Coraje Intelectual
Finalmente, discernir la verdadera calidad exige coraje intelectual: la disposición a equivocarse y, si es necesario, rectificar. Este espíritu abierto, como enfatiza Ruskin, no solo enriquece nuestra relación con el arte o los objetos, sino que mejora nuestra capacidad de juicio en todos los aspectos de la vida. Al integrar la posibilidad de error en nuestro análisis, convertimos el proceso de evaluación en una experiencia profundamente humana y enriquecedora.