Presentarse hoy para construir el futuro común
Creado el: 10 de agosto de 2025

El futuro lo construyen quienes se presentan hoy. — Nawal El Saadawi
La consigna de Saadawi
Para comenzar, la frase de Nawal El Saadawi—médica, escritora y feminista egipcia (1931–2021)—condensa una ética de presencia: el futuro no se espera, se comparece. “Presentarse” no es solo estar físicamente; implica ofrecer tiempo, atención y responsabilidad en el único lugar donde la historia se dobla: el ahora. En su propia vida, Saadawi encarnó esa idea. Incluso tras su encarcelamiento en 1981 por denunciar la represión, siguió escribiendo y organizando. Su ejemplo adelanta el argumento central de este recorrido: las transformaciones no las producen espectadores, sino personas que se hacen cargo de su turno en escena.
Lecciones de la historia reciente
A partir de esa ética, la historia confirma que presentarse cambia el rumbo. Las sufragistas británicas (1908–1918) convirtieron marchas y arrestos en derecho al voto; y en Estados Unidos, las marchas de Selma a Montgomery (1965) precipitaron la Ley del Derecho al Voto. Más cerca de la gestión cotidiana, Porto Alegre inauguró en 1989 el presupuesto participativo, demostrando que la asistencia a asambleas redistribuye recursos con mayor equidad. Estas escenas muestran un patrón: cuando la gente ocupa el espacio cívico—plaza, urna, comité—emergen instituciones nuevas o se reforman las existentes. El futuro, entonces, se fabrica en reuniones largas, pasillos estrechos y elecciones concretas.
Psicología de la participación
Asimismo, la psicología explica por qué cuesta presentarse y cómo vencer esa fricción. El “efecto espectador” (Darley y Latané, 1968) describe la inacción cuando muchos miran: todos esperan que otros actúen. La salida es personalizar la responsabilidad y acotar el primer paso. Aquí entra la autoeficacia (Bandura, 1977): creer que nuestras acciones influyen aumenta la probabilidad de actuar. Pequeños compromisos con fecha y lugar—las “intenciones si–entonces” de Peter Gollwitzer (1999)—convierten el deseo difuso en conducta: “Si es martes a las 18:00, entonces asisto al consejo escolar”. Así, la voluntad encuentra un carril.
Presencia digital con impacto público
En el terreno tecnológico, presentarse también es posible, pero con criterio. El “clicktivismo” moviliza atención; sin embargo, gana potencia cuando ancla decisiones. Islandia abrió en 2011 un borrador constitucional a sugerencias en redes, y aunque el proceso posterior fue complejo, probó que la deliberación puede expandirse. A su vez, Estonia vota en línea desde 2005, integrando presencia digital a rutinas cívicas. La clave es la convergencia: usar plataformas para convocar, deliberar y rendir cuentas, y luego cerrar el ciclo en espacios donde se ejecuta lo acordado. La presencia, entonces, se vuelve híbrida y verificable.
El cuerpo en la plaza y la legitimidad
En consecuencia, hay momentos en que solo el cuerpo afirma lo que el texto no alcanza. La ocupación de la Plaza Tahrir (El Cairo, 2011) y las movilizaciones de Ni Una Menos (Argentina, 2015) transformaron duelos y demandas dispersas en agenda pública ineludible. En Chile, los cabildos ciudadanos de 2019 canalizaron malestares hacia procesos constituyentes, mostrando que la presencia sostenida inaugura cauces institucionales, aun con resultados disputados. La visibilidad colectiva otorga legitimidad y, a la vez, obliga a traducir la emoción en propuesta. Presentarse es también quedarse para negociar.
Prácticas concretas para presentarse hoy
De la teoría a la práctica, conviene ser específico: elegir un ámbito (escuela, barrio, trabajo) y un rol con inicio y fin. Asistir a una reunión mensual, participar en presupuestos participativos, integrarse a un sindicato o donar habilidades en un “hackatón cívico” son formas tangibles de presencia. Además, diseñe micro-hábitos: 15 minutos semanales para preparar una intervención, una pareja de responsabilidad para no fallar, y una regla de cierre: “no me voy sin una próxima fecha”. Así, el compromiso deja de ser esporádico y adquiere ritmo.
Cuidar el impulso y sostener el camino
Por último, presentarse exige duración; y la duración requiere cuidado. El agotamiento militante es real, pero prevenible con rotación de tareas, pausas y aprendizaje compartido. Como escribió Audre Lorde en A Burst of Light (1988), “cuidarme a mí misma no es autoindulgencia, es autoconservación, y eso es un acto político”. Cuando los colectivos cuidan a sus integrantes—guarderías en asambleas, fondos de transporte, espacios de escucha—la presencia se vuelve accesible y repetible. Así, el futuro deja de depender del heroísmo y descansa en instituciones vivas que, día tras día, se presentan.