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Vivir a propósito en un mundo inmenso

Creado el: 10 de agosto de 2025

Vive deliberadamente; rechaza ser pequeño en un mundo grande. — Ursula K. Le Guin
Vive deliberadamente; rechaza ser pequeño en un mundo grande. — Ursula K. Le Guin

Vive deliberadamente; rechaza ser pequeño en un mundo grande. — Ursula K. Le Guin

Deliberación como punto de partida

Vivir deliberadamente no es apresurarse, sino elegir con lucidez. La frase conversa con la tradición de Henry D. Thoreau, cuyo Walden (1854) defendía “vivir deliberadamente” para no llegar a la muerte y descubrir que no se ha vivido. Sin embargo, Ursula K. Le Guin actualiza el gesto: además de deliberar, nos insta a rechazar la pequeñez en un mundo que, por su escala tecnológica y cultural, puede hacernos sentir prescindibles. Así, la deliberación deja de ser mero ejercicio introspectivo y se vuelve una postura frente a estructuras que compactan la experiencia.

Rechazar la pequeñez interiorizada

Con ese punto de partida, la segunda mitad del llamado expone un hábito aprendido: empequeñecernos para no incomodar. Audre Lorde advirtió que “tu silencio no te protegerá” (ensayo de 1977), y Marianne Williamson escribió que “jugar en pequeño no le sirve al mundo” (A Return to Love, 1992). Le Guin sintoniza con esta ética: no se trata de grandilocuencia, sino de no retraer la voz, el talento y la imaginación por miedo a desentonar. Rechazar la pequeñez es, por tanto, una cortesía con los demás: cuando cada quien ocupa su tamaño justo, el conjunto gana amplitud.

Imaginación como práctica de poder

Para sostener esa postura, Le Guin confía en la imaginación como músculo cívico. En su discurso del National Book Award (2014) recordó: “Vivimos en el capitalismo; su poder parece ineludible. También lo parecía el derecho divino de los reyes”. La imaginación, entonces, abre alternativas donde la costumbre sólo ve inevitables. Su relato “The Ones Who Walk Away from Omelas” (1973) encarna esta fuerza: algunos habitantes, al comprender el costo oculto de su prosperidad, deciden irse. La marcha no es fuga sino negativa deliberada a participar. Así, imaginar distinto prepara el cuerpo para actuar distinto.

Elecciones vastas en mundos vastos

De la teoría a la narración, sus novelas muestran cómo la grandeza empieza con un paso medido. En The Dispossessed (1974), Shevek cruza un muro literal y simbólico para compartir su ciencia, eligiendo cooperación sobre aislamiento. En The Left Hand of Darkness (1969), Genly Ai y Estraven atraviesan el hielo: la travesía vuelve tangible la decisión de confiar. En A Wizard of Earthsea (1968), Ged nombra y enfrenta su propia sombra: la grandeza no es hinchar el yo, sino integrarlo. En todos los casos, la deliberación es brújula; rechazar la pequeñez, el rumbo.

Psicología de la agencia cotidiana

Más cerca de nuestra vida diaria, la investigación respalda esta ética. Albert Bandura describió la autoeficacia como creencia en la propia capacidad para lograr metas (1977), un predictor de acción sostenida. En sentido opuesto, Martin Seligman estudió la indefensión aprendida (1975), donde la repetición de impotencia encoge expectativas y conducta. Carol Dweck mostró cómo una “mentalidad de crecimiento” (2006) convierte el error en aprendizaje. Vista así, “no ser pequeño” es cultivar circuitos de elección: microdecisiones que se retroalimentan, amplificando el margen de maniobra hasta que la deliberación se vuelve hábito.

Prácticas para vivir a propósito

Por eso, la grandeza asumida se entrena en gestos concretos. Empezar por la atención: decidir a qué ofrezco mis minutos en una economía del clic. Seguir con el compromiso: alinear calendario y valores, de lo contrario la intención se disuelve. Y culminar en lo común: buscar la conversación difícil, el proyecto compartido, la hospitalidad que expande el círculo. Como en Le Guin, la suma de actos minúsculos desafía sistemas enormes. Vivir deliberadamente, entonces, no es ruido: es constancia que, al negarse a ser pequeña, hace más habitable el mundo grande.