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Sanar actuando: el presente que transforma el pasado

Creado el: 11 de agosto de 2025

No sanamos el pasado quedándonos en él, sino actuando en el presente. — bell hooks
No sanamos el pasado quedándonos en él, sino actuando en el presente. — bell hooks

No sanamos el pasado quedándonos en él, sino actuando en el presente. — bell hooks

Del recuerdo a la acción

El enunciado de bell hooks traza una dirección clara: recordar sin movernos es estancamiento, mientras que actuar en el ahora es transformación. No se trata de negar la historia, sino de impedir que se convierta en el único guion. La memoria informa; la elección presente reescribe. Un ejemplo simple lo ilustra: alguien rumia durante años una traición y repite mentalmente el agravio; el día que pide perdón, pone límites o cambia un hábito, el pasado ya no manda, porque el capítulo siguiente empieza a escribirse en tiempo presente. Así, la sanación no es un ejercicio de arqueología sino de artesanía cotidiana. Al pasar del “¿por qué me ocurrió?” al “¿qué hago hoy con esto?”, trasladamos la energía de la explicación a la creación. Esa mudanza de foco, lejos de borrarlo, resignifica lo vivido.

La praxis amorosa de bell hooks

En la obra de hooks, el amor es práctica, no mera emoción. En All About Love (2000) lo define como cuidado, compromiso, conocimiento, responsabilidad, respeto y confianza, insistiendo en que amar implica voluntad y conducta sostenida. De allí que sanar requiera actos visibles: escuchar con atención, reparar daños, cultivar límites, construir comunidad. Asimismo, en The Will to Change (2004) vincula la curación personal con la liberación colectiva: las estructuras de dominación hieren, pero podemos contrarrestarlas con microactos de justicia en el hogar, la escuela y el trabajo. En vez de quedarnos en el relato del daño, hooks nos invita a practicar un amor que interrumpe patrones y produce nuevas condiciones de posibilidad.

Trauma y neurociencia del presente

La investigación sobre trauma respalda esta orientación práctica. Bessel van der Kolk, en El cuerpo lleva la cuenta (2014), muestra que el pasado traumático se reactiva en sensaciones corporales; por eso, intervenciones ancladas en el presente—respiración, movimiento, terapia somática—ayudan a reconectar con seguridad. En la misma línea, el programa MBSR de Jon Kabat-Zinn (1990) enseña a observar sin fusionarse con los recuerdos, generando márgenes de elección. Estas herramientas no borran la historia, pero cambian la relación con ella. Al regular el sistema nervioso hoy, ampliamos la ventana de tolerancia y, por ende, la libertad para responder de otro modo mañana. Dicho de otro modo, la acción presente recalibra circuitos que la rumiación por sí sola no modifica.

Educación y vínculos: sanar en lo cotidiano

hooks concibe la enseñanza y las relaciones como espacios de sanación en acto. En Teaching to Transgress (1994) propone un aula donde el aprendizaje sea práctica de libertad; traducido a la vida diaria, el vínculo se vuelve laboratorio de cambio. Un gesto concreto—abrir una reunión con una ronda breve de check-in, por ejemplo—transforma dinámicas de silencio en escucha corresponsable. De este modo, la reparación deja de ser evento extraordinario y se vuelve hábito. Cada conversación honesta, cada “no” que protege, cada reconocimiento de daño con intento de enmienda son piedras que sostienen un puente. La coherencia repetida, más que la promesa grandilocuente, es la que altera el curso del pasado en nuestras relaciones.

Justicia restaurativa y memoria activa

A nivel colectivo, modelos de justicia restaurativa muestran cómo la memoria sana cuando se acompaña de responsabilidad presente. Howard Zehr, en Changing Lenses (1990), plantea pasar del castigo a la reparación: nombrar el daño, involucrar a quienes afectó y acordar acciones concretas para restaurar confianza. Del mismo modo, la Comisión de la Verdad y Reconciliación en Sudáfrica, descrita por Desmond Tutu en No Future Without Forgiveness (1999), combinó testimonio con compromisos tangibles de reconciliación. Estas prácticas no idealizan el perdón ni cierran en falso; más bien, convierten el dolor en trabajo común. Así, el pasado se honra sin quedar atrapados en él, porque cada pacto y cada reparación lo inscriben en un nuevo marco de sentido.

Pequeños actos que reescriben la memoria

Para que el principio se vuelva vida, conviene pensar en acciones mínimas de alto impacto. La activación conductual (Martell, Addis y Jacobson, 2001) sugiere programar conductas valiosas hoy: hacer esa llamada difícil, redactar una carta de reparación, agendar la primera sesión terapéutica, o comprometer 20 minutos diarios a un proyecto que encarne nuestros valores. Con cada acto, el cuerpo aprende otra previsión: en lugar de repetir evitaciones que alimentan el pasado, experimenta eficacia y seguridad. Finalmente, este es el núcleo del mensaje de hooks: la sanación no es olvidar, sino elegir—una y otra vez—los gestos que nos devuelven al presente y, al hacerlo, nos devuelven a nosotros mismos.