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Resistir antes que vencer: el origen del triunfo

Creado el: 11 de agosto de 2025

Resistir vale más que vencer; todo triunfo tiene un comienzo. — Simone Weil
Resistir vale más que vencer; todo triunfo tiene un comienzo. — Simone Weil

Resistir vale más que vencer; todo triunfo tiene un comienzo. — Simone Weil

Resistencia como medida del valor

La sentencia de Weil invierte la lógica habitual: resistir vale más que vencer porque la resistencia mide la fidelidad al sentido y no solo el resultado. Mientras la victoria puede depender de factores externos o del azar, la resistencia exige coherencia y perseverancia frente a la adversidad. Así, el mérito no reside únicamente en el desenlace, sino en la constancia que lo hace posible. De ahí que la segunda parte del aforismo—todo triunfo tiene un comienzo—actúe como puente: el inicio humilde, sostenido por la resistencia, siembra el terreno del logro.

La ética de Weil, encarnada

Esta primacía de la resistencia se vuelve tangible en la vida de Weil: trabajó como obrera para comprender la opresión (1934–35), participó brevemente en la Guerra Civil española y escribió “La Ilíada o el poema de la fuerza” (1940), donde denuncia la fascinación por la fuerza bruta. En La gravedad y la gracia (1947, póstuma) insiste en la atención y la renuncia al poder como vías de verdad. Incluso su radical solidaridad durante la guerra—limitando su alimentación a las raciones de la Francia ocupada—revela cómo entendía resistir: no como gesto grandilocuente, sino como disciplina moral cotidiana. Siguiendo esa línea, su pensamiento convierte la resistencia en criterio ético, no en simple táctica.

Comienzos modestos que cambian el curso

Si pasamos de la biografía a la historia, vemos que triunfos memorables nacen de actos iniciales aparentemente pequeños. La Marcha de la Sal de Gandhi (1930) comenzó con un puñado de caminantes; el gesto de Rosa Parks (1955) derivó en un boicot de más de un año. Tales inicios concretan la segunda mitad del aforismo: todo triunfo tiene un comienzo. Karl E. Weick habló de “small wins” (1984), mostrando que victorias parciales encadenadas transforman sistemas completos. La resistencia, entonces, no se agota en aguantar; consiste en sostener esos comienzos hasta que maduran en cambio.

Lo que dice la psicología de la perseverancia

Desde la ciencia, la tesis también encuentra apoyo. Angela Duckworth describe el “grit” como combinación de pasión y perseverancia a largo plazo (2016), clave para metas exigentes. Carol Dweck muestra que una mentalidad de crecimiento (2006) convierte los tropiezos en aprendizaje, reforzando la capacidad de resistir. Además, las “intenciones de implementación” de Peter Gollwitzer (1999)—si X, entonces haré Y—protegen el hábito frente a la fatiga y la tentación. Así, la psicología traduce la intuición de Weil en mecanismos prácticos: se comienza pequeño, se persevera con estructura y, gradualmente, aparece el triunfo.

Resistir sin quebrarse: límites y cuidado

No obstante, resistir no es romantizar el desgaste. La investigación sobre burnout, desde Christina Maslach (1981), advierte que la exposición prolongada al estrés sin recuperación erosiona la motivación y el juicio. Por eso, la resistencia valiosa integra límites, descanso y comunidad de apoyo. Lejos del martirio, se trata de una firmeza inteligente: saber cuándo pausar, redistribuir cargas y pedir ayuda. Con estos cuidados, la resistencia preserva su potencia ética y evita convertirse en obstinación autodestructiva.

De la firmeza personal al cambio colectivo

Finalmente, cuando la resistencia se organiza, el comienzo se multiplica. El sindicato Solidaridad en Polonia (1980) combinó persistencia obrera y estrategia cívica hasta abrir negociaciones históricas; las Madres de Plaza de Mayo (desde 1977) sostuvieron una presencia pública que quebró silencios. Estos ejemplos muestran cómo la constancia transforma lo inviable en inevitable. En suma, Weil nos recuerda que primero se empieza—con un acto, un hábito, una palabra—y luego se vence; pero solo si, entre tanto, se resiste con sentido.