Celebrar la oscuridad fértil del porvenir incierto
Creado el: 12 de agosto de 2025

El futuro es oscuro, lo cual es lo mejor que puede ser. — Toni Morrison
La paradoja luminosa
Decir que el futuro es oscuro y que eso es lo mejor no glorifica la ignorancia, sino que afirma el valor de lo abierto. La oscuridad nombra una zona aún no colonizada por expectativas rígidas, donde varias posibilidades pueden coexistir y reordenarse sin quedar fijadas por un único guion. Así, lo desconocido no es un vacío que asusta, sino un margen de maniobra que protege la imaginación y preserva la libertad de elegir antes de que llegue el peso de lo inevitable.
Morrison y la fecundidad de lo oscuro
La obra de Toni Morrison vuelve una y otra vez al claroscuro como lugar de gestación. En Beloved (1987), la noche es refugio y memoria; en Jazz (1992), la improvisación abre un futuro que se inventa a medida que suena; y en Playing in the Dark (1992), la autora muestra cómo lo ‘oscuro’ estructura la imaginación estadounidense. Lejos de ser mero velo, la penumbra es matriz: allí se incuban voces, parentescos y lenguajes que la luz demasiado cruda desfigura.
Ecos literarios del no‑saber
Esta intuición dialoga con una tradición más amplia. Virginia Woolf anotó en su diario (1915): “The future is dark, which is the best thing the future can be”, celebrando justamente la libertad del no-saber. A su vez, John Keats llamó “capacidad negativa” (carta de 1817) a tolerar la incertidumbre sin forzar conclusiones. Estas resonancias subrayan que aceptar la oscuridad no es renuncia al sentido, sino paciencia activa para que el sentido emerja.
Política y esperanza disciplinada
Trasladado a la vida pública, lo oscuro resiste narrativas de destino cerrado. Los movimientos por los derechos civiles avanzaron sin garantías, sosteniendo una esperanza que era práctica cotidiana más que promesa cierta. Como sintetiza Mariame Kaba, “la esperanza es una disciplina” (entrevistas, 2020): una ética de trabajo que persiste aun cuando el horizonte no se ve. Así, la penumbra protege la posibilidad de lo inesperado justo donde la historia parece repetirse.
Ciencia, innovación y el valor del vacío
También la ciencia prospera en la oscuridad productiva: un buen experimento se formula donde no hay respuestas, y el error abre rutas que la certeza bloquearía. La teoría de la información de Claude Shannon (1948) llamó ‘incertidumbre’ a la condición que hace valioso a un mensaje; análogamente, el diseño iterativo y el pensamiento de hipótesis exploran lo desconocido para convertirlo en descubrimiento. La sorpresa, no la confirmación, es el motor del aprendizaje.
Ética frente a certezas autoritarias
La promesa de claridad total suele seducir, pero puede derivar en dogmas que clausuran la pluralidad. Hannah Arendt advirtió cómo los relatos cerrados del totalitarismo sustituyen el mundo real por un esquema impecable (The Origins of Totalitarianism, 1951). Aceptar la oscuridad, en cambio, implica escuchar, corregirse y compartir riesgo: una ética de modestia epistémica que privilegia la convivencia sobre la victoria de una única versión de la verdad.
Prácticas para habitar la penumbra
Vivir bien con lo oscuro requiere método. Útil es pensar en escenarios y rangos, no predicciones puntuales; prototipar en pequeño antes de comprometerse en grande; y revisar decisiones con rituales de aprendizaje. La planificación por escenarios de Shell en los años setenta mostró cómo imaginar futuros alternativos mejora la resiliencia. En lo personal, diarios de observación, acuerdos revisables y redes de apoyo transforman el miedo a la incertidumbre en capacidad de respuesta compartida.