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Cruzar el umbral del corazón para edificar esperanza

Creado el: 2 de septiembre de 2025

Abre la puerta de tu pecho donde aguarda la esperanza; traspásala y construye la estancia que hay al
Abre la puerta de tu pecho donde aguarda la esperanza; traspásala y construye la estancia que hay al otro lado. — Rumi

Abre la puerta de tu pecho donde aguarda la esperanza; traspásala y construye la estancia que hay al otro lado. — Rumi

El umbral interior

Para empezar, la imagen de Rumi condensa un itinerario: abrir, traspasar y construir. La “puerta del pecho” nombra el corazón como espacio de acceso y decisión, donde la esperanza no es un adorno sentimental sino una presencia que aguarda nuestra respuesta. Al invitar a cruzar y edificar, el verso desplaza la esperanza de la pasividad al artesanado activo: no basta con sentir, hay que dar forma.

La esperanza huésped

A continuación, la esperanza aparece como huésped y guía interior. En sintonía, el poema de Rumi La casa de huéspedes enseña a acoger toda emoción que llama a la puerta. Aquí, sin embargo, la esperanza ya está dentro; somos nosotros quienes demoramos el giro de la llave. Como el viajero que descubre que la llave estuvo siempre en el bolsillo, el gesto de abrir inaugura una relación menos temerosa con lo que vive en el centro.

Traspasar el miedo

Seguidamente, traspasar implica atravesar vigilantes del umbral: el miedo, la vergüenza o la desconfianza. En la tradición sufí, practicar el tawakkul (confianza) y dejar que el yo rígido se afloje—un anticipo de la disolución del ego o fana—permite pasar. No se trata de negar heridas, sino de admitirlas y, pese a todo, avanzar un paso. Así, cruzar no es huida; es un acto de amor que reconoce la fragilidad y apuesta por un bien mayor.

Edificar con práctica

De ahí pasamos a construir: la estancia del otro lado se levanta con hábitos. Silencio atento, respiración consciente, recuerdo del Nombre (dhikr), escritura honesta y pequeños actos de servicio son ladrillos cotidianos. La psicología contemporánea, con la teoría de la esperanza de C. R. Snyder, habla de agencia y caminos: voluntad y rutas concretas. Traducido al oficio interior, significa decidir volver una y otra vez y trazar pasos simples—una conversación difícil, un límite sano, una gratitud al anochecer.

Planos sufíes del corazón

Asimismo, la tradición ofrece planos simbólicos: “pulir el espejo del corazón” para que refleje la luz. En el Masnavi, Rumi compara el corazón a un espejo que, al limpiarse del polvo del ego, devuelve con nitidez lo real. La obra se parece a restaurar una habitación antigua: retirar escombros (autoengaños), sanear humedades (residuos del rencor) y abrir una claraboya (atención amorosa) por donde entre la claridad.

Habitar y ofrecer

Finalmente, habitar lo construido vuelve generosa la esperanza. La estancia no es un refugio egoísta, sino una sala de hospitalidad para otros. Como en la danza de los derviches, que gira alrededor de un centro silencioso, la vida que se ordena por dentro irradia cuidado hacia fuera. Al abrir, traspasar y edificar, el corazón aprende a recibir y a dar: esa reciprocidad convierte la esperanza en obra viva.