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Tres exámenes diarios para vivir con coherencia

Creado el: 3 de septiembre de 2025

“Cada día me examino en tres puntos: si, al trazar planes para otros, he podido ser desleal; si, en
“Cada día me examino en tres puntos: si, al trazar planes para otros, he podido ser desleal; si, en mi trato con los amigos, he podido ser indigno de confianza; si he podido dejar de poner en práctica lo enseñado.” — Confucio

“Cada día me examino en tres puntos: si, al trazar planes para otros, he podido ser desleal; si, en mi trato con los amigos, he podido ser indigno de confianza; si he podido dejar de poner en práctica lo enseñado.” — Confucio

Contexto y voz del aforismo

El dicho suele atribuirse a Confucio, pero la fórmula original aparece en las Analectas 1.4 en boca de Zengzi (c. 505–435 a. C.), su discípulo: “Me examino cada día en tres asuntos…”. La precisión histórica no resta fuerza al mensaje, porque condensa el corazón del proyecto confuciano: el autocultivo (xiu shen) como práctica cotidiana y verificable. Desde esa base, las tres preguntas funcionan como una brújula moral operativa. La primera mira la lealtad al asesorar; la segunda, la confiabilidad en los vínculos; la tercera, la coherencia entre lo dicho y lo hecho. Juntas trazan un circuito que comienza en la intención, pasa por la relación y termina en la acción.

Lealtad al aconsejar a otros

“Al trazar planes para otros, ¿he sido desleal?” interpela la calidad de nuestra intención cuando damos consejo o diseñamos estrategias que afectan a terceros. En clave confuciana, la lealtad (zhong) exige poner el bien del otro por delante de conveniencias ocultas. Piénsese en el asesor financiero que recomienda un producto con altas comisiones; puede ser legal, pero si prioriza su beneficio sobre el interés del cliente, falla el examen. La guía es clara: transparencia y benevolencia (ren) antes que cálculo. Con esta vara de medir, pasamos naturalmente a la segunda pregunta, centrada en la confianza que sostiene los lazos.

La confianza como vínculo de amistad

“En mi trato con los amigos, ¿he sido indigno de confianza?” desplaza el foco a la virtud de xin (fiabilidad). En el confucianismo, la confianza no es adorno: “Sin confianza, el pueblo no se sostiene” (Analectas 12.7). A escala íntima, un vínculo se derrumba cuando la palabra pierde peso. Un ejemplo cotidiano: ofrecer ayuda para un trámite crucial y no presentarse. No hay mala intención visible, pero el efecto es corrosivo. La fidelidad a lo prometido, el cuidado de la confidencialidad y la puntualidad son microactos que consolidan el tejido social. De ahí se desprende la tercera prueba: hacer que los hechos confirmen lo enseñado.

Coherencia entre enseñanza y práctica

“¿He dejado de poner en práctica lo enseñado?” exige congruencia. Confucio abre las Analectas celebrando “aprender y practicar de tiempo en tiempo” (Analectas 1.1); aprender, por tanto, culmina en la práctica. Predicar hábitos que uno mismo descuida vacía de autoridad el discurso. La escena es conocida: un líder exige puntualidad y llega tarde; una profesora de ética evade la fila. La incoherencia erosionará todo lo construido por lealtad y confianza. Por eso la tradición confuciana insiste en empezar por uno mismo: corregir lo pequeño hoy para no faltar a lo grande mañana.

Roles y virtudes en la ética confuciana

Estas tres preguntas mapean un triángulo de virtudes situado en roles. Al aconsejar, actuamos como agentes fiduciarios: zhong (lealtad) orienta la intención. Entre amigos, somos depositarios de expectativas recíprocas: xin (confianza) sostiene el vínculo. Al enseñar, ocupamos un rol ejemplar: li (ritual/procedimiento) y cheng (sinceridad) alinean palabra y acto. Así, la ética confuciana no abstrae individuos, sino relaciones. El yo se afina en el trato con otros y en los papeles que desempeña. De esta comprensión relacional nace un método práctico para hoy, que convierte el ideal en un hábito accesible.

Un ritual contemporáneo de autocultivo

Convertir el aforismo en rutina es sencillo y transformador. Al cierre del día, escriba brevemente tres respuestas: 1) ¿Mi consejo benefició primero al aconsejado o a mí? 2) ¿Cumplí lo prometido y cuidé la confianza? 3) ¿Hice hoy, aunque sea en pequeño, lo que digo valorar? Ajuste una acción concreta para mañana. Séneca describe un examen nocturno similar en De ira 3.36, mostrando que la práctica es trans-cultural. Con constancia, las respuestas se vuelven más honestas y los fallos más pequeños. Así, la lealtad guía la intención, la confianza fortalece el vínculo y la coherencia sella la acción: un círculo virtuoso que, día tras día, nos acerca al ideal confuciano.