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¿Quién si no nosotros? El ahora impostergable

Creado el: 3 de septiembre de 2025

Si no nosotros, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo? — Hillel el Viejo
Si no nosotros, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo? — Hillel el Viejo

Si no nosotros, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo? — Hillel el Viejo

Origen y sentido de la máxima

Para empezar, la consigna condensa una enseñanza atribuida a Hillel el Viejo (c. 110 a. e. c.–10 e. c.), registrada en Pirkei Avot 1:14: «Si yo no soy para mí, ¿quién será para mí? Y cuando soy solo para mí, ¿qué soy? Y si no ahora, ¿cuándo?». La versión popular «Si no nosotros, ¿quién? Si no ahora, ¿cuándo?» traslada el foco del yo a la comunidad, pero conserva el filo moral: alguien debe hacerse cargo, y el tiempo propicio es el presente. Esta mutación no traiciona el espíritu original; más bien actualiza su alcance para sociedades que requieren coordinación cívica. Así, la frase funciona como bisagra entre la responsabilidad personal y la solidaridad, invitando a pasar del reconocimiento de la obligación al inicio de la acción.

La urgencia moral del ahora

A partir de ese marco, la urgencia del «ahora» nombra un umbral ético. Posponer decisiones ante injusticias o riesgos ambientales amplifica el daño y encarece las soluciones. Martin Luther King Jr. habló de «the fierce urgency of now» en su discurso de 1963, recordando que la demora puede camuflar indiferencia. En similar tono, Greta Thunberg alertó en Davos (2019): «Nuestra casa está en llamas», subrayando que la inacción no es neutral, sino una elección con costos acumulativos. La lección es clara: el tiempo no es un contenedor vacío, es un agente que vuelve más difíciles, y a veces imposibles, las reparaciones.

Del individuo a la comunidad

Asimismo, el paso del «yo» al «nosotros» se vuelve tangible cuando las comunidades se activan. Tras los sismos de 1985 y 2017 en Ciudad de México, la Brigada de Rescate Topos Tlatelolco emergió como símbolo de iniciativa ciudadana: sin esperar instrucciones, voluntarios coordinaron rescates, logística y apoyo vecinal. Estos ejemplos muestran que el «¿quién?» no es una abstracción; es la red concreta de vecinos, profesionales y organizaciones que, al reconocerse capaces, llenan el vacío de la demora institucional. Esta energía colectiva, sin embargo, florece mejor cuando se articula con reglas claras, responsabilidades delimitadas y mecanismos de rendición de cuentas que sostengan el impulso inicial.

Por qué postergamos lo impostergable

En paralelo, la psicología explica por qué postergamos lo impostergable. El descuento hiperbólico descrito por George Ainslie (1975) hace que sobrevaloremos gratificaciones inmediatas frente a beneficios futuros; de ahí que el «mañana» parezca siempre más cómodo. Piers Steel (2007) sintetizó esta dinámica en la «ecuación de la procrastinación», donde baja expectativa de éxito, tareas ambiguas y recompensas lejanas fomentan la dilación. Por eso, convertir el llamado de Hillel en práctica requiere rediseñar el contexto: objetivos claros, plazos visibles, recompensas tempranas y pactos de precompromiso. Así, el «ahora» deja de ser una consigna abstracta para volverse una elección factible.

El equilibrio ético de Hillel

Con todo, Hillel también advierte sobre el equilibrio: «Y cuando soy solo para mí, ¿qué soy?». La ética no se agota en la autoafirmación ni en el sacrificio total; exige integrar cuidado propio y bien común. En términos prácticos, actuar ya no implica quemarse, sino dosificar esfuerzos, formar relevos y medir impactos. La tradición rabínica suele recordar que salvar una vida equivale a salvar un mundo, pero también que la preparación diligente honra la urgencia. De ese modo, el mandato combina compasión y prudencia: moverse sin parálisis, pero con la sabiduría necesaria para sostener la acción en el tiempo.

Del lema a la agenda diaria

Por último, para que el lema desemboque en resultados, conviene traducirlo en arquitectura cotidiana: dividir metas en «small wins» (Karl E. Weick, 1984), reservar bloques de 15 minutos para el primer paso, y convertir compromisos privados en públicos mediante equipos pequeños. Las coaliciones vecinales, por ejemplo, pueden calendarizar revisiones mensuales y asignar responsables rotativos, mientras miden avances con indicadores simples —lo que, como apuntó Peter Drucker en The Practice of Management (1954), tiende a mejorar lo que se mide. De esta manera, el «¿quién?» encuentra nombre y el «¿cuándo?» fecha y hora; y la frase de Hillel deja de ser un eslogan para convertirse en método.