El coraje de seguir fascinaciones y obsesiones
Creado el: 4 de septiembre de 2025

Entonces, haz lo que te haga sentir con vida. Sigue tus propias fascinaciones, obsesiones y compulsiones. — Elizabeth Gilbert
Una invitación a la vitalidad
La exhortación de Elizabeth Gilbert —“haz lo que te haga sentir con vida”— no es un eslogan; es una brújula. Al pedirnos que sigamos fascinaciones, obsesiones y compulsiones, reubica la creatividad en el cuerpo: allí donde la energía sube, la curiosidad late y el tiempo parece abrirse. En Big Magic (2015), Gilbert propone que la chispa aparece cuando atendemos esas pequeñas señales internas, a menudo tímidas, que apuntan hacia lo que nos despierta. Así, más que imponer una gran misión, sugiere escuchar los hilos sutiles del interés. Esta escucha inaugura un movimiento: del ruido externo al pulso propio. Y desde ese primer giro, se vuelve posible construir una práctica que, paso a paso, consolide la sensación de estar plenamente vivos.
Motivación intrínseca y estado de flujo
Desde ahí, la psicología describe por qué esa brújula funciona. Mihaly Csikszentmihalyi, en Flow (1990), mostró que la experiencia de flujo surge cuando desafío y habilidad se equilibran; nos absorbemos tanto que el yo se atenúa y el tiempo se diluye. Esa absorción no nace del deber, sino de la motivación intrínseca: hacemos la tarea por su propio sabor. De este modo, seguir lo que nos vitaliza no solo produce placer; también mejora el rendimiento y la perseverancia. Cuando el trabajo se vuelve autotelia —fin en sí mismo— aparece la consistencia necesaria para sostenerlo a largo plazo, incluso cuando la novedad se desvanece.
La curiosidad como brújula práctica
De este principio, Gilbert extrae un método humilde: empezar por la curiosidad antes que por la gran pasión. En Big Magic (2015) cuenta la historia de una amiga que, agotada por la vida adulta, retomó el patinaje artístico al amanecer; no dejó su trabajo ni buscó medallas, pero recuperó la alegría y, con ella, la energía para todo lo demás. Así, la curiosidad actúa como brújula de baja resistencia: no exige certezas ni garantías. Bastan preguntas pequeñas —¿y si pruebo esto diez minutos?— para reencender el movimiento. Y ese movimiento, sostenido, termina moldeando una identidad más viva.
Obsesión armoniosa versus compulsión dañina
Sin embargo, no toda intensidad es saludable. El Modelo Dual de la Pasión de Robert Vallerand (2003) distingue entre pasión armoniosa, integrada con la vida, y pasión obsesiva, que nos controla. La primera se nutre de elección y flexibilidad; la segunda sabotea descanso, vínculos y ética. Por eso, seguir fascinaciones requiere límites claros: sueño suficiente, cuerpos y relaciones con consentimiento y cuidado, y un marco de valores que impida atajos dañinos. Paradójicamente, poner bordes no apaga el fuego; lo contiene, dándole forma y continuidad.
Anécdotas de una persistencia vital
Aun así, la historia muestra cómo la fascinación sostenida rinde frutos. Charles Darwin cuenta en su Autobiography (1876) la célebre escena de los tres escarabajos: por no tener manos libres, se metió uno en la boca para no perder la captura. Es una imagen cómica, pero también el retrato de una mente cautivada. De modo parecido, Frida Kahlo convirtió el dolor en oficio: tras su accidente, pintó desde la cama, produciendo autorretratos que hoy son emblema de intensidad creativa (véase The Diary of Frida Kahlo, 1995). En ambos casos, la perseverancia brota de una energía íntima que se rehúsa a apagarse.
Rituales para sostener la chispa
Ahora bien, la vitalidad se cultiva con estructura. Microcompromisos diarios —15 minutos intocables— crean inercia positiva; James Clear, en Atomic Habits (2018), muestra cómo lo pequeño, repetido, vence la fricción. A la vez, bloques de concentración profunda, protegidos de notificaciones, multiplican el avance (Cal Newport, Deep Work, 2016). Sume frenos saludables: pausas programadas, días de recuperación y límites visibles en agenda. Lo esencial es que el ritual honre la curiosidad inicial sin sofocarla; la forma existe para preservar el fuego, no para sustituirlo.
Del yo al nosotros
Finalmente, lo que te hace sentir con vida rara vez se queda en ti. Compartir procesos y resultados amplifica sentido: Joseph Campbell sintetizó la idea como “follow your bliss” en The Power of Myth (1988). Además, un propósito percibido se asocia con mayor salud y longevidad, según Hill y Turiano (Psychological Science, 2014). Así, seguir tus fascinaciones no es un acto narcisista, sino una apuesta por la abundancia: al encender tu propia luz, ayudas a otros a ver mejor. Y en ese intercambio, la vitalidad deja de ser un impulso privado para convertirse en bien común.