Claridad tras el movimiento: vive la vida imaginada
Creado el: 4 de septiembre de 2025

Lánzate hacia la vida que imaginas; la claridad suele seguir al movimiento. — Søren Kierkegaard
Del deseo a la decisión
Al tomar esta exhortación —atribuida a Søren Kierkegaard— como punto de partida, emerge una ética de la decisión: la vida imaginada no se alcanza pensando mejor, sino comprometiéndose. En O lo uno o lo otro (1843), Kierkegaard describe cómo la elección nos forma tanto como nos orienta; sólo al elegir, algo de nosotros se vuelve real. Por eso, antes que la certeza, aparece el paso. Y, sin embargo, ese paso no es ciego: abre camino a una claridad que contemplar desde la orilla no concede.
El salto de fe y la identidad
De ahí que su célebre “salto de fe” en Temor y temblor (1843) ilumine el segundo filo de la idea: el entendimiento completo no precede al acto decisivo. Abraham no calculó todas las variables; actuó según una convicción que sólo después se volvió inteligible en su historia. Trasladado a proyectos vitales, muchas identidades —artista, madre, investigador— cristalizan cuando se las vive, no cuando se las define. Así, el movimiento no niega la razón; la convoca a posteriori para ordenar la experiencia que el acto inaugura.
Pragmatismo y cognición encarnada
Esta intuición dialoga con el pragmatismo. William James, en The Will to Believe (1896), defendió compromisos prácticos cuando la evidencia es indecidible y la decisión importa vitalmente. A su vez, Charles S. Peirce, en How to Make Our Ideas Clear (1878), propuso medir el sentido de una idea por sus efectos prácticos. Un siglo después, la cognición encarnada de Varela, Thompson y Rosch en The Embodied Mind (1991) mostró que conocer es un acoplamiento activo con el mundo. En conjunto, sugieren que la claridad no es un previo; es un logro que emerge de interactuar.
Psicología: la acción eleva el ánimo
Además, la psicología clínica lo corrobora: la activación conductual demuestra que la acción puede preceder y levantar el ánimo. En el estudio de desmontaje de la TCC (Jacobson et al., 1996), programar actividades valiosas redujo la depresión aun sin reestructuración cognitiva exhaustiva. Traducido a la vida cotidiana, comenzar con pasos concretos —llamar, enviar una solicitud, practicar 20 minutos— crea señales de progreso que retroalimentan motivación y perspectiva. Así, el movimiento organiza el caos interno: lo difuso se vuelve agenda; lo temido, manejable.
Prototipar para pensar mejor
A continuación, los oficios creativos y el emprendimiento cultivan un sesgo hacia la acción. El prototipado rápido de IDEO y la d.school de Stanford reduce incertidumbre porque convierte suposiciones en pruebas visibles. En efecto, la effectuation de Saras Sarasvathy (2001) recomienda partir de medios disponibles y ‘pérdida asumible’. Una arquitecta en Bogotá narra que su proyecto nació cuando hizo tres maquetas torpes en una tarde: al tocarlas, las dudas se redistribuyeron y apareció una dirección. La claridad, así, fue el residuo sólido de haber manipulado el problema.
Valentía con prudencia
Con todo, lanzarse no equivale a imprudencia. Decidir en ‘puertas de dos vías’ —reversibles, como sugiere la carta de Jeff Bezos a los accionistas de 2016— permite aprender barato y corregir rápido, reservando mayor cautela para ‘puertas de una vía’. Por eso conviene diseñar microcompromisos con límites y criterios de salida. En última instancia, la invitación no es a saltar sin mirar, sino a mirar mejor mientras se salta: porque, en la marcha, el mundo deja de ser idea y empieza a ser camino.