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Conocimiento con propósito: servir a los demás

Creado el: 7 de septiembre de 2025

El fin de todo conocimiento debería ser el servicio a los demás. — César Chávez
El fin de todo conocimiento debería ser el servicio a los demás. — César Chávez

El fin de todo conocimiento debería ser el servicio a los demás. — César Chávez

El imperativo ético de Chávez

Para César Chávez, esa frase no era retórica sino brújula. Organizó a los trabajadores del campo estudiando contratos, leyes y logística para convertir el conocimiento en poder colectivo. La marcha Delano–Sacramento (1966) y su ayuno por la no violencia (1968) mostraron cómo el saber—sobre negociación, medios y derechos—podía aliviar sufrimientos concretos. La consigna se volvía praxis: aprender para proteger, investigar para dignificar, enseñar para liberar.

Historia: saber al servicio del bien común

Desde ese punto de partida, la historia ofrece anclajes. Florence Nightingale transformó datos en vida al usar estadística para rediseñar hospitales; su “Diagram of the Causes of Mortality” y su informe Notes on Matters Affecting… (1858) tradujeron números en reformas sanitarias. A su vez, Norman Borlaug aplicó agronomía para elevar rendimientos y mitigar hambrunas, razón por la que recibió el Nobel (1970). En ambos casos, el conocimiento evitó quedarse en la brillantez técnica y tomó la forma de servicio público.

Filosofía y pedagogía del servicio

En la teoría, la idea resuena. La República de Platón (c. 375 a. C.) imagina a los sabios como guardianes que orientan la polis, no como eruditos aislados; el saber adquiere legitimidad en la medida en que cuida del conjunto. Siglos después, Paulo Freire en Pedagogía del oprimido (1968) redefine el aprendizaje como praxis: reflexión y acción transformadora con las comunidades. Así, el conocimiento no culmina en la contemplación, sino en el compromiso.

Ciencia y tecnología con conciencia pública

De forma complementaria, la ciencia cobra sentido social cuando se orienta a bienes compartidos. Jonas Salk, al presentar la vacuna contra la polio (1955), rechazó patentarla con la pregunta “¿Se puede patentar el sol?”, subrayando que ciertos avances pertenecen a todos. En la misma línea, E. F. Schumacher en Small Is Beautiful (1973) defendió tecnologías apropiadas: soluciones ajustadas al contexto y a la dignidad humana. Así, innovar implica preguntarse a quién sirve, cómo y con qué consecuencias.

Economía del conocimiento y brechas de acceso

No obstante, el conocimiento solo sirve si circula. La Recomendación sobre la Ciencia Abierta (UNESCO, 2021) reconoce el valor del acceso abierto, los datos compartidos y la participación ciudadana para democratizar beneficios. Al mismo tiempo, la brecha digital recuerda que sin infraestructura, alfabetización y traducción cultural, la información se convierte en privilegio. Por eso, servicio también significa diseñar políticas que conviertan el saber en un bien verdaderamente público.

Prácticas cotidianas: del aula a la comunidad

Finalmente, llevar la consigna a lo diario demanda métodos concretos. El aprendizaje-servicio integra currículos con proyectos locales; la investigación-acción participativa (Kurt Lewin, 1946) construye conocimiento con, y no para, las comunidades; y el diseño centrado en la justicia promueve soluciones co-creadas. Además, evaluar el servicio con indicadores de resultados y de dignidad—voz comunitaria, control local, sostenibilidad—cierra el círculo. Así, el fin del conocimiento vuelve al origen: cuidar de otros y, en ese acto, comprender mejor el mundo.