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El esfuerzo saboreado: del intento a la vida

Creado el: 11 de septiembre de 2025

Saborea cada intento; un poema de esfuerzo se convierte en una vida. — Pablo Neruda
Saborea cada intento; un poema de esfuerzo se convierte en una vida. — Pablo Neruda

Saborea cada intento; un poema de esfuerzo se convierte en una vida. — Pablo Neruda

El gusto por el intento

La invitación a «saborear cada intento» sugiere que el valor no se agota en el resultado, sino en la vivencia del proceso. Neruda, en Odas elementales (1954), canta a la cebolla, al pan y a la sal para ennoblecer tareas comunes; al degustar lo cotidiano, el fracaso deja de ser amargo y se vuelve textura. Esta sensibilidad culinaria aplicada al esfuerzo convierte cada ensayo en materia prima de sentido. Así, la propuesta no es hedonismo del logro, sino atención gozosa al camino. Sazonar el intento con cuidado —como quien amasa pan— prepara la mesa para la siguiente acción.

Del esfuerzo al poema, del poema a la vida

Desde ahí, la segunda mitad del aforismo enlaza: un poema de esfuerzo se convierte en una vida. Igual que los versos, los intentos aislados pueden parecer menores; pero en su acumulación, revelan un ritmo, un tema, una voz. Neruda dedicó una «Oda al pan» (1954) para recordar el trabajo anónimo que alimenta a todos: manos, hornos, madrugadas. Del mismo modo, nuestros esfuerzos encadenados fermentan carácter. Por eso, cada día aporta una sílaba; cada semana, una estrofa. El resultado no se decreta: emerge, como levadura discreta, cuando cuidamos el proceso y aceptamos sus tiempos.

Oficio y memoria en la obra de Neruda

A continuación, la vida y el oficio del propio Neruda apuntalan la idea. En Confieso que he vivido (1974), sus memorias, el poeta narra destinos diplomáticos, exilios y retornos que, más que adornos biográficos, fueron fermentos de su obra. Canto general (1950), vasto como un continente, no surgió de un arrebato único, sino de años de escritura sostenida y observación atenta. Así, la práctica cotidiana —corregir, leer, caminar, escuchar— actúa como un taller que pule la voz. La vida no interrumpe al poema: lo alimenta; y el poema, a su vez, otorga forma y respiración a la vida.

Ecos filosóficos del hacer

En sintonía, distintas tradiciones reafirman el sentido del esfuerzo. En El mito de Sísifo (1942), Albert Camus halla dignidad en empujar la piedra: el acto repetido crea significado frente al absurdo. Por su parte, Viktor E. Frankl, en El hombre en busca de sentido (1946), muestra que la orientación hacia tareas y propósitos concretos sostiene la vida incluso en la adversidad. A la vez, la máxima de Ortega —«yo soy yo y mi circunstancia» (Meditaciones del Quijote, 1914)— sugiere que el intento dialoga con el mundo. Saborear ese diálogo convierte la circunstancia en coautora de nuestra obra.

La psicología del progreso sostenido

Por otra parte, la psicología moderna describe cómo el progreso crece cuando apreciamos el esfuerzo. Carol Dweck (Mindset, 2006) distingue una mentalidad de crecimiento que valora el intento y retroalimenta la motivación. BJ Fogg (Tiny Habits, 2019) propone celebraciones mínimas que refuerzan conductas; del Japón industrial de posguerra, el kaizen recomienda mejoras pequeñas y constantes. En conjunto, estas perspectivas muestran que degustar el proceso no es romanticismo: es estrategia. Al asociar placer con el ensayo y el ajuste, el cerebro aprende a volver mañana, que es cuando el poema de la vida sigue escribiéndose.

Rituales para convertir esfuerzo en vida

Finalmente, convertir el esfuerzo en vida requiere rituales sencillos. Anota cada intento en un cuaderno y subráyalo con una microcelebración; transforma los fallos en notas al margen —«aquí aprendí»—; comparte avances en comunidad para que el eco te sostenga; y reserva pausas sensoriales (oler el café, abrir la ventana) que recuerden al cuerpo que está vivo. Con estas migas de atención, el día adquiere sabor y continuidad. Entonces la frase cobra sentido pleno: al saborear cada intento, el trabajo se vuelve poema; y ese poema, escrito a sorbos, termina siendo la vida que queríamos habitar.