La suerte como dividendo tangible del sudor
Creado el: 15 de septiembre de 2025

La suerte es un dividendo del sudor. Cuanto más sudas, más suerte tienes. — Ray Kroc
Del eslogan al mecanismo
La sentencia de Ray Kroc convierte la suerte en un rendimiento: el dividendo de un capital invertido en sudor. Si el capital es el trabajo dirigido y constante, el dividendo es la oportunidad capturada. Así, la fortuna deja de ser un rayo caprichoso para volverse un efecto compuesto del esfuerzo. Esta lectura no romantiza el agotamiento; más bien, sugiere que el azar premia a quienes amplían, día tras día, su exposición a encuentros valiosos. De este modo, el sudor no garantiza el resultado, pero sí mejora la probabilidad de que algo ocurra a tu favor.
Preparación que encuentra la oportunidad
Kroc conocía esta dinámica por experiencia. En 1954, como vendedor de mezcladoras, notó un pedido inusual de ocho máquinas de los hermanos McDonald y viajó a San Bernardino para verlo de cerca; allí reconoció un sistema replicable y, años después, edificó la franquicia global (Kroc, Grinding It Out, 1977). No fue un golpe de suerte aislado: fue preparación que identificó una grieta por donde entrar. De forma afín, el aforismo atribuido a Séneca dice que la suerte es lo que ocurre cuando la preparación se encuentra con la oportunidad. El mensaje, entonces, transita de lo accidental a lo construible: el azar favorece a quien está listo.
La evidencia de la práctica deliberada
Para que el sudor rinda dividendos, no basta con acumular horas; importa el tipo de práctica. La investigación sobre práctica deliberada muestra que el progreso surge de metas precisas, retroalimentación rápida y ajustes constantes (Ericsson y Pool, Peak, 2016). La popular ‘regla de las 10.000 horas’ ganó fama con Outliers (Gladwell, 2008), pero el propio Ericsson puntualizó que la calidad del entrenamiento, más que el conteo, determina la mejora. Complementariamente, la mentalidad de crecimiento sostiene que la habilidad se moldea con estrategia y perseverancia (Dweck, Mindset, 2006). Así, el sudor informado aumenta la tasa a la que transformamos esfuerzo en oportunidades, preparando el terreno donde ‘aparece’ la suerte.
Más intentos, mayor superficie de suerte
Existe además una aritmética simple: multiplicar ensayos eleva la probabilidad de aciertos, siempre que se aprenda entre intentos. En creatividad científica, la producción prolífica se asocia a mayores ‘golpes’ notables porque cada intento es una lotería con aprendizaje acumulado (Simonton, 1997; Creativity in Science, 2004). Thomas Edison lo ilustró mediante miles de pruebas hasta hallar filamentos viables, afirmando no haber fracasado sino descubierto muchas maneras que no funcionaban. Del mismo modo, emprendedores que prototipan y lanzan iteraciones amplían su exposición a coincidencias útiles, contactos y feedback. Por ende, el sudor que genera volumen y variedad, unido al aprendizaje, expande la superficie donde el azar puede tocar.
Sesgos y costos del esfuerzo ciego
Sin embargo, confundir correlación con causalidad conduce al sesgo de supervivencia: vemos a quienes ‘sudaron y triunfaron’, no al gran número que se esforzó sin estrategia (Taleb, Fooled by Randomness, 2001). Además, el empuje continuo sin recuperación degrada rendimiento y juicio; el síndrome de desgaste figura en la CIE-11 como fenómeno laboral (OMS, 2019). Por eso, el sudor que paga dividendos no es el de la sobrecarga, sino el que alterna intensidad con descanso, revisión y cambio de rumbo cuando los datos lo exigen. En otras palabras, trabajar más puede sumar, pero trabajar mejor y recuperarse a tiempo evita intereses en contra.
Cómo convertir esfuerzo en rendimiento probable
La transición operativa es clara: define habilidades núcleo y practica con métricas de entrada (sesiones de práctica deliberada) y de aprendizaje (errores corregidos por sesión). Luego, incrementa la cadencia de intentos pequeños y baratos, cada uno con hipótesis explícita y cierre de retroalimentación rápido. En paralelo, construye red y visibilidad: compartir trabajo aumenta encuentros fortuitos con quienes abren puertas, elevando la tasa de oportunidad por unidad de esfuerzo. Finalmente, protege el motor: sueño y descansos amplifican consolidación y creatividad (Walker, Why We Sleep, 2017). Así, el sudor se vuelve inversión de alto interés compuesto, y la suerte, el dividendo que llega con sorprendente regularidad.