Site logo

Perdón que libera: soltar para seguir adelante

Creado el: 18 de septiembre de 2025

El perdón impulsa el avance; deja ir para avanzar. — Desmond Tutu
El perdón impulsa el avance; deja ir para avanzar. — Desmond Tutu

El perdón impulsa el avance; deja ir para avanzar. — Desmond Tutu

Del agravio al horizonte

Desmond Tutu condensa en su frase una brújula ética y práctica: el pasado duele, pero quedarse aferrado al agravio inmoviliza. Así, el perdón no borra lo ocurrido; más bien, desata el nudo que impide caminar. Dejar ir no es claudicar, sino recuperar agencia sobre el propio rumbo. En consecuencia, perdonar se convierte en una tecnología de avance: libera energía antes capturada por la rumiación y la redirige hacia la reparación y el futuro.

Verdad y reconciliación en Sudáfrica

Esta intuición tomó forma pública en la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Sudáfrica (1996–1998), presidida por Tutu. Las audiencias, transmitidas por radio y TV, permitieron que víctimas y perpetradores relataran la verdad; a cambio de confesiones completas, algunos obtuvieron amnistía. El objetivo no era amnesia, sino reconocimiento y responsabilidad. Como sintetiza Tutu en No Future Without Forgiveness (1999), “sin perdón no hay futuro”: no el perdón naïf, sino uno que se apoya en la verdad y orienta reformas para que los abusos no se repitan.

Evidencia psicológica del soltar

A continuación, la psicología confirma los beneficios del perdón. Investigaciones de Robert Enright y Everett Worthington muestran que intervenir en el resentimiento reduce ansiedad y depresión, y mejora la salud cardiovascular; metaanálisis revisados por pares reportan descensos en estrés percibido y rumiación (p. ej., Toussaint, Worthington y Williams, 2015). El protocolo REACH de Worthington—Recordar, Empatizar, don Altruista, Comprometerse, y Sostener—ha demostrado eficacia clínica. Así, lo que Tutu propuso como imperativo moral también opera como higiene emocional que restaura la atención y la creatividad necesarias para avanzar.

Mandela y Gandhi: liderazgo que desactiva ciclos

Asimismo, líderes como Nelson Mandela y Mahatma Gandhi mostraron cómo el perdón reconfigura el tablero político. Mandela invitó a antiguos adversarios a su investidura en 1994 y promovió gestos simbólicos de inclusión—como su apoyo a los Springboks en 1995—para desactivar humillaciones acumuladas. Gandhi, por su parte, usó el perdón activo como estrategia de transformación; su ayuno en Delhi (1947) ayudó a detener la violencia sectaria. En ambos casos, soltar la venganza abrió espacio para acuerdos pragmáticos sin renunciar a la justicia.

Prácticas concretas para dejar ir

Para traducir la idea en acción, conviene empezar por nombrar con precisión la herida y distinguir perdón de reconciliación: perdonar es interno; reconciliar requiere seguridad y cambio del ofensor. Luego, aplicar REACH: recordar el evento sin justificarlo; cultivar empatía contextualizando; ofrecer un “don” de perdón como decisión; comprometerse por escrito; y sostener la elección cuando regresen recuerdos. Ejercicios como la carta que no enviarás o la reatribución compasiva reducen la rumiación. Con el tiempo, la emoción se realinea con la decisión y el paso vuelve a ser firme.

Perdón no es impunidad

Por otro lado, Tutu insistía en que el perdón maduro coexiste con la justicia. La justicia restaurativa—descrita por Howard Zehr en Changing Lenses (1990)—busca sanar el daño involucrando a víctimas, ofensores y comunidad, y puede incluir sanciones reparadoras. Perdonar no exige olvidar ni exponerse de nuevo al abuso; requiere límites claros, garantías de no repetición y, cuando corresponde, rendición de cuentas. Así, soltar el rencor no cancela la responsabilidad; la encauza hacia la reparación.

Del yo al nosotros: progreso colectivo

Finalmente, cuando el perdón sale del ámbito íntimo y toca instituciones, acelera el avance social. El Acuerdo Final de Colombia (2016) creó la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que combina verdad, reparación y sanciones propias orientadas a la no repetición; este enfoque, aunque imperfecto, ilustra cómo la sociedad puede dejar ir la venganza sin renunciar a la verdad. Así, del individuo a la comunidad, el perdón funciona como bisagra: cierra con dignidad lo que ocurrió y abre, con realismo, el capítulo que sigue.